Aquí, en el memorial a las víctimas por la violencia en México, no hay flores ni rezos. Huele a soledad y a excremento de perro… Uno, regordete, olfatea una de las placas de acero que se encuentran en el predio solitario ubicado en Paseo de la Reforma, cerca del Campo Marte. A la distancia, un visitante husmea de placa en placa, de nombre en nombre; bueno, lo que se alcanza a percibir, pues las listas, en calcomanías, son casi ilegibles. “Me llamó la atención lo que había en este lugar, es como un cementerio viejo, al que nadie visita, pero que está ahí”, justifica su curiosidad. “Aquí está Juan Hernández Leopoldo, víctima de fuego cruzado en Chihuahua”, le dice al reportero. “No lo conocí. Pero sé que murió injustamente”, agrega. En unos minutos, ya sólo quedará el perro y el reportero, pues el curioso se marchó. Pasó el tiempo y caminamos por el lugar donado por la Secretaría de la Defensa Nacional y en el que el Gobierno del panista Felipe Calderón invirtió 30 millones de pesos. Encontramos bloques de hierro, todos oxidados, vandalizados y olvidados./LA CRÓNICA