Los partidos políticos, las urnas y las boletas electorales son imprescindibles en la democracia, pero para los humanistas, los electores no son objetivos numéricos manipulables, son personas a las que vamos a convencer e involucrar en el proyecto de nación que ofrecemos.
Rechazamos que el poder del dinero a nombre de la filantropía, se ponga por encima de los electos, porque entonces la democracia pierde su sentido, afirmó Lucero Márquez Franco, después de su toma de protesta como representante del Partido Humanista del Distrito Federal, ante el Instituto Electoral en la capital del país.
No queremos, sentenció, una figura más en la boleta electoral, deseamos ser agentes de transformación social, con diálogo permanente y con todas las formas como la sociedad se manifieste si en el centro de sus acciones está el bien social.
Hoy se necesitan más mujeres lideresas abiertas, tolerantes y respetuosas de las diferencias, precisó en la séptima sesión ordinaria del Consejo General celebrada en el Instituto Electoral del Distrito Federal.
En su participación, donde recibió el respaldo de los representantes del Partido del Trabajo y de Acción Nacional, quienes coincidieron que la integración de nuevos partidos políticos se torna en un ambiente complicado, Márquez Franco, manifestó:
“Estamos con la juventud que en estos momentos es la más ofendida por la complicidad de quienes ejercen abiertamente la delincuencia y entre quienes se supone deberían de combatirla.
Comprendemos su desesperación sin que por ello aprobemos la violencia, pero reprobamos con toda energía la discriminación de la que son objeto, con un modelo económico que nos pone a competir, nos hace adversarios y crea caldo de cultivo para esa violencia y la desintegración social.
Porque somos humanistas no aceptamos el clima de violencia que se vive en el país y porque somos humanistas hemos creado un partido político que intenta encontrar la sociedad ideal en la que todos los mexicanos disfrutemos de una paz que no es producto de nuestra rendición incondicional, una paz que no es ausencia de guerra sino presencia de justicia social.
No escondemos nuestra aspiración, pero no creamos fingimientos, buscamos la relación enseñanza/aprendizaje con los ciudadanos y gobernar coincidiendo con los electores, con manifestaciones a favor de que el Estado controle la avaricia, pero no como ahora sucede que la avaricia, la demagogia y la frivolidad son las que controlan al Estado.
Ofende que los mensajes del Gobierno en los medios de comunicación halaguen todos los días a los dueños de las grandes fortunas y promueva impactos informativos que nos repiten una y otra vez que somos importantes por el poder de consumo que ejercemos.
Condenamos que mientras la nación se dolía por el asesinato de seis normalistas, la desaparición de 43 estudiantes y el descubrimiento de cada vez más fosas clandestinas, el presidente de la República prefiera una reunión internacional por cuestión de negocios, y no atender el grave problema que conmociona a su país.
Es una ofensa para nuestro pueblo que la esposa del Señor presidente de la República compre una casa cuyo valor equivale a 10 millones de horas del salario mínimo mexicano, 80 millones de pesos, repito, que representan aproximadamente 10 millones de horas del salario mínimo mexicano.
Para el humanismo la economía es correcta cuando nadie se va a dormir con hambre, cuando todos sin excepción tienen acceso a la escuela, cuando de manera universal se cuenta con un espacio confortable para vivir y la tela que nos arropa nos protege dignamente de las inclemencias del tiempo.
No estamos en contra del crecimiento económico sabemos que es necesario, pero comprendemos que no se puede seguir sobre explotando a la naturaleza y muchos menos a los trabajadores sin consecuencias.