AGENCIAS
El Papa Francisco advirtió hoy que los Estados deben tener leyes justas para evitar abusos contra los migrantes y lamentó que, en muchas ocasiones, estas personas sean obligadas a realizar “trabajos esclavos” en “condiciones inadmisibles”.
Esto en su mensaje con motivo de la 48 Jornada Mundial de la Paz, que la Iglesia católica celebrará el próximo 1 de enero de 2015, y que en esta ocasión lleva por título “No esclavos, sino hermanos”.
En el texto, difundido este día por el Vaticano, el pontífice consignó un análisis sobre las razones y el impacto de la esclavitud moderna, en la cual –dijo- se encuentran atrapadas millones de personas pese a las estrategias internacionales montadas para poner fin a la esclavitud en todas sus formas.
Dedicó un largo párrafo a los migrantes que, en su “dramático viaje”, sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes o abusados física y sexualmente.
Deploró que muchos de ellos, una vez llegados a su destino después de un viaje durísimo y con miedo e inseguridad, son detenidos en condiciones a veces inhumanas.
El Papa se mostró cercano con quienes se ven obligados a la clandestinidad por diferentes motivos sociales, políticos y económicos, y aquellos que, con el fin de permanecer dentro de la ley, aceptan vivir y trabajar en condiciones inadmisibles.
Lamentó cuando las legislaciones nacionales crean o permiten una dependencia estructural del trabajador emigrado con respecto al empleador, como por ejemplo cuando se condiciona la legalidad de la estancia al contrato de trabajo.
“Los Estados deben vigilar para que su legislación nacional en materia de migración, trabajo, adopciones, deslocalización de empresas y comercialización de los productos elaborados mediante la explotación del trabajo, respete la dignidad de la persona”, escribió.
“Se necesitan leyes justas, que defiendan sus derechos fundamentales y los restablezcan cuando son pisoteados, rehabilitando a la víctima, así como mecanismos de seguridad eficaces para controlar la aplicación correcta de estas normas, que no dejen espacio a la corrupción y la impunidad”, agregó.
Según el líder católico la esclavitud moderna es un fenómeno internacional que sobrepasa a las naciones y aseguró que, para derrotarlo, se requiere una movilización mundial que involucre a todos.
Precisó que este tipo de esclavitud afecta a trabajadores oprimidos, incluso menores de edad; a personas obligadas a ejercer la prostitución, reclutados como soldados, como mendigos o para formas encubiertas de adopción internacional.
Incluyó en esta plaga el tráfico y comercialización para la extracción de órganos, las actividades ilegales como la producción o venta de drogas, los matrimonios forzados.
“Pienso finalmente en todos los secuestrados y encerrados en cautividad por grupos terroristas, puestos a su servicio como combatientes o, sobre todo las niñas y mujeres, como esclavas sexuales. Muchos de ellos desaparecen, otros son vendidos varias veces, torturados, mutilados o asesinados”, indicó.
Sostuvo que esclavitud moderna tiene origen en la pobreza, el subdesarrollo y la exclusión, especialmente cuando se combinan con la falta de acceso a la educación o con una realidad caracterizada por las casi inexistentes oportunidades de trabajo.
Otra causa es la corrupción de quienes están dispuestos a hacer cualquier cosa para enriquecerse, entre ellos miembros de las fuerzas del orden o de otros entes estatales, o de diferentes instituciones, civiles y militares.
“Hago un llamamiento urgente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y a todos los que, de lejos o de cerca, incluso en los más altos niveles de las instituciones, son testigos del flagelo de la esclavitud contemporánea, para que no sean cómplices de este mal”, clamó.