La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura prendió este jueves el botón de alarma y lanzó una seria advertencia a todo el mundo: el progresivo deterioro del estado de los recursos del suelo, la tierra y el agua en todo el planeta dificultará la alimentación de una población mundial que se prevé de casi 10.000 millones de personas en 2050.
“Las presiones actuales sobre los ecosistemas de tierras y aguas son intensas y muchos de ellos están sometidos a tensiones que los están llevando a un punto crítico”, alertó el director general del organismo especializado de la ONU en el prólogo de un informe lanzado este jueves y que analiza los recursos terrestres y acuáticos en relación con la alimentación y la agricultura.
- Durante la presentación del estudio, el director general de la Organización, Qu Dongyu, destacó que «los modelos actuales de producción agroalimentaria demuestran no ser sostenibles», pero matizó que “los sistemas agroalimentarios pueden desempeñar un papel importante para aliviar estas presiones y contribuir positivamente a los objetivos climáticos y de desarrollo».
- De mantenerse en la trayectoria actual, el informe destaca que para producir un 50% extra de alimentos esenciales se traduciría en un aumento de la extracción de agua para la agricultura de hasta un 35%.
Un incremento que podría llegar a provocar desastres medioambientales, aumentar la competencia por los recursos y alimentar nuevos retos y conflictos sociales.
“En este contexto, está claro que nuestra seguridad alimentaria futura dependerá de la protección de nuestros recursos de tierras, suelos y aguas. El aumento de la demanda de productos agroalimentarios nos exige que busquemos formas innovadoras para lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible en el contexto del cambio climático y la pérdida de biodiversidad” razonó.
El informe sostiene que el éxito de esta empresa dependerá de una buena gestión “de los riesgos que afectan a la calidad de nuestros ecosistemas de tierras y aguas, la forma en que combinemos las soluciones técnicas e institucionales para atender a las circunstancias locales y, sobre todo, la medida en que podamos centrarnos en mejorar los sistemas de gobernanza de la tierra y el agua.
Sequía causará más inflación de alimentos en México
La Comisión Nacional del Agua expidió un acuerdo de carácter general de inicio de emergencia por ocurrencia de sequía severa, extrema o excepcional en cuencas para el año 2022.
- En 1,402 de los 2,482 municipios que hay en el país (incluidas las 16 alcaldías de la CDMX) hay escasez de agua.
- En 831 municipios la sequía es moderada o D0, en 329 es severa o D2, en 184 es extrema o D2, en 53 es excepcional o D3 y en cinco es excepcional o D4.
Un municipio de Coahuila y cuatro de Chihuahua padecen sequía D4.
La sequía D3 afecta a dos municipios de Baja California, uno de Baja California Sur, 12 de Coahuila, 17 de Chihuahua y 21 de Sonora.
- Hay sequía D2 en dos municipios de Aguascalientes, uno de Baja California, 18 de Coahuila, 24 de Chihuahua, 14 de Durango, 14 de Guanajuato, ocho de Hidalgo, uno de Jalisco, 3 de México, uno de Michoacán, nueve de Nievo León, 15 de Querétaro, 11 de San Luis Potosí, cinco de Sinaloa, 38 de Sonora, 12 de Tamaulipas y ocho de Zacatecas.
La sequía D1 afecta a nueve municipios de Aguascalientes, dos de Baja California, dos de Baja California Sur, cinco de Coahuila, 19 de Chihuahua, nueve de Durango, 19 de Guanajuato, 32 de Hidalgo, dos de Jalisco, cinco de México, 14 de Michoacán, 11 de Morelos, 14 de Nevo León, 62 de Oaxaca, 41 de Puebla, dos de Querétaro, 36 de San Luis Potosí, siete de Sinaloa, 13 de Sonora, 18 de Tamaulipas y siete de Zacatecas.
La falta de agua no solo causará que muchos mexicanos padezcan sus efectos; también que se produzcan menos alimentos y se afecten muchos procesos industriales que usan agua, lo que traducirá en más aumentos de precios.
La falta de agua supone una amenaza para 3200 millones de personas
- La degradación del suelo provocada por el ser humano afecta al 34 % de las tierras agrícolas, unos 1.660 millones de hectáreas
- Más del 95 % de nuestros alimentos se producen en la tierra, pero apenas se puede ampliar la superficie de tierra productiva
- Aunque las zonas urbanas ocupan menos del 0,5% de la superficie terrestre, el rápido crecimiento de las ciudades está afectando significativamente a los recursos terrestres e hídricos, contaminando e invadiendo tierras agrícolas de buena calidad que son cruciales para la productividad y la seguridad alimentaria
- La escasez de agua pone en peligro la seguridad alimentaria y el desarrollo sostenible del mundo, y amenaza a 3200 millones de personas que viven en zonas agrícolas
La gestión de la tierra y el agua ha de adaptarse a los pequeños agricultores
- Con la actual limitación de tierras cultivables y de recursos de agua dulce, la Organización considera “vital” que se produzca un rápido aumento de los recursos tecnológicos y de la innovación
- La gobernanza de la tierra y el agua debe ser más inclusiva y adaptada para beneficiar a millones de pequeños agricultores, mujeres, jóvenes y pueblos indígenas, ya que son los más vulnerables a los riesgos climáticos, socioeconómicos y los que más sufren la inseguridad alimentaria
- La sostenibilidad de los suelos, las tierras y las aguas constituyen la base de los sistemas agroalimentarios resilientes. El uso sostenible de estos recursos es fundamental para lograr los objetivos de adaptación al cambio climático y mitigación de sus efectos
A modo de ejemplo, el uso racional de los suelos puede absorber por sí solo una tercera parte de las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de las tierras agrícolas.
Cómo producir alimentos en 2050 en un escenario de deterioro de las tierras
Dentro de 30 años, cerca de 10.000 millones de personas habitarán nuestro planeta, unos 2.000 millones más que ahora, según las proyecciones de la ONU. Para que haya comida para todos en 2050 y se alcance el segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS), que es el de acabar con el hambre en 2030, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) sostiene en su informe El estado de los recursos de tierras y aguas del mundo para la alimentación y la agricultura. Sistemas al límite (SOLAW 2021) que la agricultura necesitará producir el doble de alimentos con respecto a 2012, año de referencia escogido para esta estimación.
Supone un reto mayúsculo, a tenor de los datos y conclusiones que refleja este documento publicado el pasado jueves, teniendo en cuenta el escenario al que nos enfrentamos: a la incertidumbre generada en la agricultura, ganadería y pesca por los fenómenos meteorológicos extremos propiciados por el cambio climático, se unen la pérdida de biodiversidad y una progresiva degradación del suelo –es decir, que es menos productivo– y de la escasez de agua como consecuencia, principalmente, de las acción humana.
Nuestra seguridad alimentaria futura dependerá de la protección de nuestros recursos de tierras, suelos y aguas.- Qu Dongyu, director general de la FAO
“Las presiones actuales sobre los ecosistemas de tierras y aguas son intensas y muchos de ellos están sometidos a tensiones que los están llevando a un punto crítico”, señala Qu Dongyu, director general de la FAO, en el prólogo de este informe de síntesis –el documento completo estará disponible en 2022.
“En este contexto, está claro que nuestra seguridad alimentaria futura dependerá de la protección de nuestros recursos de tierras, suelos y aguas”, sostiene en otras líneas del prefacio.
En 2011, la FAO publicó el primer estudio de este tipo (SOLAW 2011) y sus páginas ya advertían sobre el riesgo que corrían muchos sistemas agrícolas. Diez años después, el empeoramiento se ha mantenido y agravado.
- Tal y como indica el informe de 2021, de los 11.477 millones de hectáreas que abarca la cubierta terrestre mundial, el estado biofísico –serie de indicadores para conocer la salud general del suelo– de 5.670 millones de hectáreas está empeorando y 1.660 millones (el 34% de los terrenos agrícolas) se están degradando por la acción del ser humano.
- Cada año, se extraen del agua renovable interna de los ríos y acuíferos de todo el mundo 4.000 km³ (un 10% del total) habiéndose reducido los recursos hídricos renovables internos per cápita a nivel mundial un 20% entre el año 2000 y 2018.
En cuanto al estrés hídrico, es decir, la extracción de agua dulce en proporción a los recursos disponibles, aumenta ligeramente cada año y actualmente se sitúa en el 18,4%, según el indicador 6.4.2 de los ODS –en el año 2000 era del 15,4%.
Progresiva degradación del suelo
“La degradación de las tierras agrícolas es consecuencia de tener que alimentar a un mayor número de personas y, por ello, en muchos casos, estamos intensificando la producción de forma no sostenible”, explica por teléfono Vera Boerger, una de las autoras del informe SOLAW 2021 y miembro de la división de Tierras y Aguas de FAO.
“Al tener que producir más comida por el aumento de la presión demográfica conlleva una mayor presión en los recursos hídricos. Queremos vivir mejor y comer mejor: por ejemplo, en algunos sitios se come cada vez más carne, por lo que practica una ganadería intensiva que demanda mucha más agua”, cuenta por videoconferencia Patricia Moreno Mejías, especialista en aguas y también autora del estudio.
“Con la agricultura intensiva, en una misma tierra hay varios cultivos al año y, claro, muchas veces no se deja que el suelo repose y descanse”, contextualiza Moreno. “El uso intensivo de agroquímicos hace que cambie la biodiversidad del suelo y se contamine. Los recursos de las tierras son limitados y quizá nos lleve unas horas o minutos degradarlos, pero se necesitan miles de años para que un centímetro de ese suelo vuelva a regenerarse”, añade Boerger.
- Según el estudio de la FAO, el aumento de la intensificación de las tierras de cultivo existentes se ve limitado por la erosión del suelo, el agotamiento del carbono, los nutrientes y la biodiversidad del suelo. También, el tratamiento de los fertilizantes inorgánicos no solo ha empeorado la salud del terreno sino que ha contribuido a la contaminación de las aguas dulces.
Los recursos de las tierras son limitados y quizá nos lleve unas horas o minutos degradarlos, pero se necesitan miles de años para que un centímetro de ese suelo vuelva a regenerarse.- Vera Boerger, miembro de la división de Tierras y Aguas de FAO
“El sector agrícola es el mayor causante de la contaminación de los recursos hídricos. Mucha agua que se usa en el riego no se consume en los cultivos y no se evapora, sino que se drena y llega a las fuentes subterráneas o a algún tipo de embalse o lago. Y, claro, cuando se usan pesticidas y fertilizantes sin ningún control, ese agua está contaminada”, señala Moreno.
Según el informe de la FAO, se estima que anualmente se vierten al medio ambiente 2.250 km³ de vertidos líquidos; de los cuales, 1.260 km³ (un 56% del total) se filtran en las tierras agrícolas.
En el mismo estudio se advierte que se está superando la capacidad de los suelos para almacenar, amortiguar y degradar las aguas contaminantes y la FAO muestra su preocupación por la contaminación causada por los plaguicidas (sustancias que se utilizan para proteger los cultivos de los insectos, las malas hierbas, los hongos y otras plagas), así como por los fármacos destinados a la ganadería y los plásticos.
“Existe una presión global para que la agricultura sea más sostenible”, enfatiza Verger. Y arroja varios ejemplos: “Hay un movimiento agroecológico [aplicación de los procesos ecológicos en los sistemas de producción agrícola, pecuaria y forestal, así como en los sistemas alimentarios] para que los pequeños productores se adapten a áreas más pequeñas, pero también hay agricultura mecanizada a gran escala que hace que se remuevan las tierras y se utilicen de forma más eficiente los recursos.
Y luego está la agricultura de precisión, que utiliza tractores conectados con satélites que les indican a los agricultores los cambios meteorológicos para ver cuándo es el mejor momento para realizar su actividad o para aplicar mejor los pesticidas, porque por ejemplo, si va a llover, no te sirven estos productos químicos”.
Escasez desigual del agua y los efectos del cambio climático
“La agricultura es parte causante de este deterioro del suelo y de la escasez del agua, pero también sufre la degradación”, opina Patricia Moreno Mejías.
- Según el estudio SOLAW 2021, el sector agroalimentario es el que extrae más agua con respecto a otros sectores: en la actualidad, consume el 72% de los recursos hídricos mundiales superficiales y subterráneos.
Y la demanda ha aumentado con respecto a 2011, año en el que la agricultura consumía un 70% de los recursos. Una subida que también se ha visto reflejada en la demanda de agua subterránea: se estima que el regadío utiliza 820 km³ al año, lo que supone un aumento del 19% con respecto a 2010, año en el que se extrajeron 688 km³.
Todo ello, teniendo en cuenta que la agricultura de secano produce el 60% de los alimentos del mundo y ocupa el 80% de las tierras cultivadas, mientras que el regadío produce el 40% en el 20% de las tierras.
“Uno de los grandes problemas de la escasez de recursos hídricos es en aquellos países que no tienen agua superficial, como por ejemplo los de África del norte, donde hay muy pocas precipitaciones y están usando todos los recursos subterráneos sin ningún control. Y esto está llevando también a un gasto de las aguas fósiles que no son renovables”, recalca Moreno.
- Según la especialista en aguas de la FAO, tomando como referencia los datos del indicador 6.4.2 de los ODS, además de la zona septentrional del continente africano, algunos países de Oriente Medio, Asia Central y Asia meridional son los más afectados en todo el mundo por varios factores: la aridez de las tierras, la carestía de precipitaciones, un alto crecimiento poblacional, o los efectos del cambio climático como son la irregularidad de las lluvias o las inundaciones.
El 77% de las producciones agrícolas se encuentra en regiones con escasez de agua
Tal y como detalla la FAO en su estudio, las tendencias del desarrollo y los efectos del cambio climático aumentan el riesgo para los medios de vida de las personas más vulnerables y pobres.
- En el informe se estima que cerca del 77% de las producciones agrícolas de países de ingresos medios y bajos se encuentra en regiones con escasez de agua y menos de una tercera parte tiene acceso al riego. Así pues, unos 1.200 millones de personas viven en zonas en las que el déficit de agua dificultan la agricultura y donde las sequías son frecuentes.
“En aquellos lugares donde los pequeños agricultores viven a expensas del clima, si no queremos que haya hambrunas o migraciones a otros países hay que buscar soluciones para que los trabajadores del campo puedan sobrevivir siendo el riego lo que debería estabilizar esa producción”, apunta Moreno, quien menciona como ejemplo uno de los proyectos que está llevando a cabo la FAO en zonas del África occidental, como en el Sahel, donde a través del programa Un millón de cisternas promueven y facilitan sistemas de recogida y almacenamiento del agua de la lluvia en las comunidades más vulnerables.
- La autora del documento también destaca iniciativas como la Gran Muralla Verde, programa que lanzó la Unión Africana en 2007 en más de una decena de países situados en la región del Sahel para revertir la degradación de la tierra y la desertificación a través de la plantación y recuperación de árboles, o mediante la regeneración de tierras de cultivo, entre otras iniciativas de adaptación a los efectos adversos del cambio climático.
A pesar de que el informe SOLAW 2021 pone el acento en que la producción agrícola no está resultando sostenible teniendo en cuenta los retos a los que se enfrenta una población mundial en crecimiento, el director general de la FAO, Qu Dongyu, lanzó un mensaje esperanzador durante la presentación del estudio: “Los sistemas agroalimentarios pueden ser decisivos para aliviar estas presiones y contribuir positivamente a lograr los objetivos en materia de clima y desarrollo”./Agencias-PUNTOporPUNTO
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