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La depresión afecta al doble de mujeres que de hombres y es una de las principales causas de discapacidad en ellas; además de estar asociada a factores biológicos sociales y psicológicos, también se encuentra ligada a condiciones de género que enfrentan las mujeres como pobreza, violencia y el cuidado de menores de edad o personas enfermas.
En el artículo “Depresión en la Mujer” –incluido en el libro “La Mujer y la Salud en México”, de la Academia Nacional de Medicina–, las doctoras María Asunción Lara y María de Lourdes Nieto señalan que la desigualdad e inequidad de género que enfrentan las mujeres (especialmente en la toma de decisiones y en el ámbito económico) son determinantes para su salud mental, y las colocan ante el riesgo de desarrollar depresión.
Mundialmente –según el texto– la prevalencia de depresión es de entre 3.3 y 21.4 por ciento, lo que representa que 350 millones de personas viven con esta condición, aunque con ciertas variaciones, globalmente la presencia es dos veces mayor en mujeres que en hombres.
En México, esta variación es prácticamente igual, ya que la prevalencia es de 5.4 por ciento para varones y 10.4 para mujeres, siendo la adolescencia, la etapa perinatal (durante el embarazo y después del parto), la menopausia y la vejez, los periodos de mayor vulnerabilidad.
Las investigadoras señalan que la depresión causa una enorme discapacidad en las personas, aún mayor que la diabetes o las enfermedades cardiacas.
Dentro de 291 trastornos analizados, la depresión ocupa el décimo quinto lugar de padecimientos que causan más años de vida perdidos por discapacidad.
Si se consideran sólo los trastornos neuropsiquiátricos, los trastornos depresivos explican el 41.9 por ciento de las discapacidades en las mujeres.
De acuerdo con las también investigadoras del Instituto Nacional de Psiquiatría, la depresión sólo puede explicarse por la concurrencia de factores biológicos, psicológicos y sociales, es decir por la existencia de factores genéticos de enfermedades previas que se conjuntan con factores sociales.
Entre los factores de riesgo para desarrollar depresión están las experiencias de abuso durante la infancia y la adolescencia, pues dejan importantes secuelas en las personas que los han sufrido.
Se considera –de acuerdo con la investigación– que el 35 por ciento de la diferencia por sexo en la depresión podría explicarse por el abuso sexual ocurrido en la infancia, ya que la historia de abuso sexual ocurre en más del doble de mujeres (32.3 por ciento) que de hombres (14.2 por ciento), y más del 60 por ciento de las mujeres que la vivió desarrolla depresión a lo largo de su vida.
Para las autoras, otro factor de riesgo es la violencia de pareja, pues se estima que ésta incrementa dos o tres veces la depresión y de 1.5 a dos veces le presencia de sintomatología depresiva y de depresión posnatal en comparación con mujeres que no están expuestas a estas situaciones.
A estos factores también se suma como factor de riesgo para las mujeres haber enfrentando sucesos adversos o de alta ansiedad, y como las investigadoras lo explican también repercuten las condiciones laborales de las mujeres.
Según un estudio citado por las expertas, la prevalencia de la depresión varía según el sector laboral en el que se trabaja, así como la calidad del empleo; pues se estima que 27.5 por ciento de la mujeres empleadas en el sector informal presenta depresión; 11.7 de las mujeres en el sector doméstico la presenta, así como el 9 por ciento de las que trabajan en el sector formal.
Las mujeres de bajos ingresos corren mayor riesgo de sufrir depresión, pues es la población que padece más de sucesos adversos. “La pobreza disminuye la sensación de control, aumenta las experiencias negativas de abuso y abandono, la violencia doméstica, entre otras cosas”, asientan las especialistas.
Todos estos factores se suman a que en México existe una baja utilización de servicios de salud mental, pues menos de una cuarta parte de las personas con trastornos mentales graves solicitan tratamiento.
El bajo uso de servicios es mayor en las mujeres, especialmente las jóvenes de entre 18 y 29 años; sólo 11 por ciento de las mujeres en este rango de edad que requieren tratamiento especializado para la depresión, lo reciben.
En ese contexto, ambas médicas llaman a tomar acciones de detección temprana de la depresión y a procedimientos integrales para reducir los factores de riesgo, que derivan en que las mujeres enfrenten este padecimiento.
Señalan como primordial la necesidad de sensibilizar a las y los prestadores de servicios de salud en la atención y seguimiento de mujeres que han enfrentado casos de abuso sexual, entre otros factores de riesgo, y trabajar en lograr la igualdad entre los sexos, pues “reducir la inequidad de género es un beneficio para la salud mental femenina”.
Cabe recordar que la Organización Mundial de la Salud estima que el suicidio –íntimamente asociado a la depresión– constituye el 71 por ciento de las muertes violentas de mujeres en el orbe.