AGENCIAS
Un profesor de un colegio secundario de la provincia de Buenos Aires denunció el lunes que una alumna le puso veneno para cucarachas en una botella de agua que bebía, y estuvo hospitalizado en terapia intensiva para un lavado de estómago.
El hecho se produjo la semana pasada en la escuela comercial 13 de Villa Ballester, suburbio al noroeste de Buenos Aires, al parecer porque la alumna estaba disgustada por un aplazo. El caso trascendió días después cuando ya recuperado, el profesor Miguel Ángel Porro, de 67 años, dio a conocer lo sucedido en una conferencia de prensa.
Porro relató que mientras dictaba clase de la materia Construcción de ciudadanía una alumna aprovechó que estaba distraído y le colocó veneno para cucarachas en una botella de agua que siempre lleva consigo porque es diabético y debe ingerir líquido por prescripción médica.
«Tomo una pastilla y un sorbo de agua. Se me acerca un chico y me dijo que una alumna mía le puso veneno. Miro la botella y estaba opaca, con pintitas parecidas a algún aceite», detalló el docente. «Enseguida comencé a sentir una hinchazón en la boca, en la lengua y en la garganta», agregó.
Porro fue hospitalizado en terapia intensiva y además de un lavado de estómago recibió varias inyecciones en el hombro de una medicación para que no se formen coágulos en la sangre porque, según los médicos que lo atendieron, el veneno suministrado tiene una enzima que los provoca.
«Desde lo clínico estoy contenido, desde lo emocional mal. Siento una gran contradicción entre comprenderla (a la alumna) y una bronca profunda porque me parece que no tiene derecho», dijo el profesor.
Las autoridades del establecimiento suspendieron a la alumna, cuya identidad no trascendió, a la espera de los resultados de las pericias sobre la botella de agua.
Sobre la alumna, Porro dijo que «tiene el hogar destruido, tiene una conducta que no corresponde a su edad, es muy conflictiva…Es una alumna que no estudia, que no quería estar en esa escuela».
El profesor dijo que su caso es un botón de muestra del deterioro en la educación y las dificultades de comprensión de los alumnos.
«Estoy alterado, enojado, con ganas de no volver. Estoy pensando seriamente (en dejar la docencia), es como hablar solo en el desierto», se lamentó Porro.