Panem et circenses, locución latina utilizada para describir prácticas que frecuentemente utilizan los gobiernos con distintos objetivos, entre ellos:
1. Mantener distraído al pueblo para que éste no se ocupe de los asuntos más importantes y, en consecuencia, representen un riesgo para la implementación de políticas gubernamentales poco populares o que afecten sus derechos y prerrogativas logrados en el transcurrir del tiempo. Por ejemplo la privatización de la salud, de la energía y de sus derechos laborales. El objetivo es que por medio de pan y circo, el ciudadano no se dé cuenta de la forma en que sus gobiernos atentan en contra de sus bolsillos y su dignidad.
2. Mantener tranquila a la población respecto de temas sensibles como la inseguridad pública y disfrazar la incapacidad gubernamental para resolver dicha problemática. Situación que se agrava con el involucramiento cada vez más evidente de los servidores públicos responsables de la lucha contra la delincuencia y del crimen organizado, así como de fenómenos de corrupción en distintos niveles de gobierno. Su objetivo es que sean controlados posibles fenómenos sociales que atenten en contra de la gobernabilidad.
3. Ocultar a la población hechos controvertidos como la fuga de criminales de un penal en donde se presumía, discursivamente y de facto, que reunía las condiciones de máxima seguridad, envidiable por cualquier nación desarrollada. El objetivo es que los verdaderos responsables queden impunes, obteniendo beneficios inimaginables, de poder y económicos.
De allí que no sea sorprendente que la implementación de programas sociales asistencialistas y la generación de fenómenos mediáticos como el futbol y su deleznable entrenador, o de chismes de la farándula y supuestos divorcios de celebridades o de servidores públicos, constituyan una herramienta de gobierno para disfrazar su incapacidad para gobernar.
Néstor Vargas Solano*Ex presidente del IEDF