Néstor Vargas Solano
El primero de octubre iniciaron nuevas gestiones en las demarcaciones territoriales del Distrito Federal. Derivado de las elecciones de junio, la ciudadanía decidió modificar sustancialmente la correlación partidista en la administración de la ciudad capital. De 13 delegaciones que encabezaba el PRD, ahora sólo lo hará en 6, el PRI en 3, el PAN en 2 y MORENA en 5. La sociedad capitalina, probablemente la más politizada de México, decidió modificar dicho esquema de representación, lo mismo que en el órgano legislativo local.
Previo diagnóstico administrativo, acompañado del reflejado en las urnas, cada nuevo periodo de gestión de gobierno podrá continuar con las políticas de sus antecesores o iniciar procesos de reingeniería institucional modificando la manera de gobernar. La primera opción será más de lo mismo y, de seguirla, los nuevos delegados saben que el ciudadano castigará en tres años el desdén por la política y su incapacidad para gobernar. La segunda posibilidad representa diferentes ventanas de oportunidad para: 1) marcar una diferencia con sus antecesores en la concepción e implementación de las políticas públicas, 2) generar una nueva percepción en la ciudadanía respecto de la tarea de gobierno y de las diferentes opciones partidistas y 3) servir de manera eficiente en la provisión de servicios públicos.
Los habitantes del Distrito Federal están hartos de más de lo mismo. Se necesitan delegados que resuelvan los problemas inmediatos: seguridad pública, recolección de basura, drenaje, agua, bacheo, alumbrado público, educación, cultura, vialidad y una serie de aspectos necesarios para una mejor convivencia comunitaria. De no hacerlo, los delegados saben que para el 2018 estarán vedadas sus posibilidades de reelección al cargo y probablemente para que el partido al que pertenecen ceda su estafeta a otra opción política o candidato independiente.
@NVS_
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