El día 20 de abril de abril inician las campañas electorales en el Distrito Federal. En el ámbito federal han iniciado desde el día 5. Los ciudadanos esperaríamos que las campañas fuesen verdaderamente una guerra de propuestas entre los partidos políticos por el mercado electoral. No es así. Somos y seremos testigos de lo que se denomina campañas negativas y campañas negras.
Una Campaña Negativa o de contraste se presenta cuando un candidato o partido político destaca los puntos negativos del adversario, señala promesas incumplidas, contrasta sus posiciones previas con las actuales o cuestiona su eficiencia en el ámbito público. Este tipo de campañas utilizadas muy frecuentemente en las democracias modernas, están basadas en hechos reales, en evidencias empíricas y no en simples acusaciones sin sustento. Estas estrategias acompañadas de una adecuada estrategia de difusión y de mercadotecnia, son muy eficaces. Polarizan la elección entre el acusador y el acusado, generando un voto útil hacia alguno de los dos por parte de quienes pensaban votar por un tercero. Ahora bien, si la campaña negativa parte de supuestos falsos y está mal diseñada e implementada, lo más seguro es que se volverá en contra de quien la promueve.
Cuando los candidatos se atacan mutuamente se generan dudas sobre las opiniones del otro, y los votantes y el proceso democrático obtienen beneficios al poner en contraste los argumentos de cara a la ciudadanía. Si se busca que las campañas aborden temas relevantes y discutan los problemas reales, “las campañas de contraste podrían ser la solución”.
Por otro lado, las Campañas Negras o Sucias se basan en mentiras, descalificaciones o adjetivos sin sustento. Buscan provocar inquietud y desasosiego hacia una fuerza política o un candidato. Los epítetos más frecuentemente utilizados para referirse a este tipo de mensajes es que son sucios, engañosos, injustos, arteros, cínicos, irrelevantes, triviales, emocionales y no racionales, no propositivos. Este tipo de estrategias degradan la política, provocan abstencionismo, promueven el cinismo, ponen en peligro la democracia, impiden la civilidad en el debate, agudizan la polarización, engañan a los electores y distraen de los verdaderos problemas sociales que afectan a la sociedad.
Ojalá y que los partidos políticos presenten ante la ciudadanía propuestas de solución a los problemas que los aquejan pero, de no ser así, que las campañas negras no sean la constante, en tiempos en que la política y los políticos no gozan de la mejor salud. [email protected]
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* Néstor Vargas Solano/ Ex presidente del Instituto Electoral del Distrito Federal