Por Néstor Vargas Solano
En el Informe 1995-2015 la Corporación Latinobarómetro realiza un interesante resumen de opinión pública de aspectos económicos y políticos de la sociedad en 18 países de Latinoamérica. Los resultados a lo largo de veinte años y particularmente de 2015 no son muy halagüeños para las instituciones en general y en particular para México. En cuanto a democracia, nuestro país ocupa el último lugar con sólo un 19% de sus ciudadanos que se sienten satisfechos con el funcionamiento de ésta; la institución presidencial se encuentra en sus niveles más bajos en las dos décadas con un 35% de aprobación, el 17% se siente representado por el congreso, el 32% se identifica con algún partido político y el 26% considera que las elecciones son limpias, mientras que únicamente el 21% considera que los gobernantes lo hacen en beneficio de todo el pueblo.
Algo pasa en nuestro país que los representantes de las instituciones se niegan a entender. Los avances que se habían logrado en años pasados se han detenido y, en algunos casos, retrocedido sustancialmente. En el tema electoral las instituciones involucradas son diversas: las administrativas (INE e institutos electorales estatales) y jurisdiccionales (Tribunales federales y locales, así como fiscalías especializadas en la materia). El prestigio y reconocimiento del que gozaban hace una década, hoy se encuentra por los suelos.
Los hombres son efímeros, las instituciones son las que perviven. ¿Qué tendría que suceder para que los hoy encabezan esas instituciones se decidan a corregir el rumbo por el que equivocadamente las conducen? ¿Cómo contradecir a aquéllos que desde hace mucho tiempo nos han señalado de diversas formas que las instituciones de nuestro México las conforman hombres y mujeres que únicamente buscan el beneficio de unos cuantos?¿Cómo ignorar la lacerante realidad?
@NVS_