Una frase que dicha por mí resulta intrascendente, pero emitida por quien fue parte de ésa época, por quien participó activamente en ese movimiento estudiantil y por quien vivió en carne propia la represión, es de analizar.
Incluso, por quien fue encarcelado en una crujía, junto con Heberto Castillo y Luis Tomás Cervantes Cabeza de Vaca –ambos desaparecidos-, el comentario -de Salvador Ruíz Villegas- toma relevancia y motiva a narrar el encuentro informal con aquel hombre que ve sin apasionamiento y con claridad ese hecho histórico.
El miércoles, un día antes de esa conmemoración, “2 de octubre no se olvida”, ahí si diría yo, del redesgarre de vestiduras de cada año y del protagonismo de muchos, que ni fueron parte de aquel movimiento, incluso que ni habían nacido y sólo aprovechan (en algunos casos para cometer tropelías) se tornaba un miércoles más; sin embargo, surgió la invitación de un expemetista.
Oye, dijo, ¡Vámos a tomar café! A Barranca del Muerto. Sin más, acepté la invitación, y en el camino me enteré, porqué hasta allá.
La cita era con un amigo, que hace siete años, me permitió entrevistarlo para Milenio/Estado de México, y revivir, junto con otra de sus compañeras del 68, Elsa Lecuona, la historia del 2 de octubre de 1968.
Efectivamente era Salvador Ruíz Villegas, que en aquel 68, era estudiante de la Facultad de Ingeniería y aunque raro, porque es exageradamente puntual, aún no llegaba al lugar de la cita.
A los 10 minutos lo veo entrar, con su tradicional atuendo –pantalón de mezclilla, camisa tipo polo y una chamarra abrigadora negra-. Da gusto verlo y muestra reciprocidad de sentimiento. Un abrazo efusivo.
Se veía bien para su edad. Caminaba con garbo, firme, erguido y sin apoyo de aquel bastón que le ví durante el funeral de “El cabezón” –Luis Tomás- hace unos dos años.
Con un bigote casi totalmente blanco y el color de su cabello cano/negro, se sienta, pide un café –por cierto que es horrible en ese lugar que se representa con un búho- unos molletes, y comienza la plática informal.
Era un encuentro de amigos. Pero, su elocuente diálogo y su preocupación a flor de piel de la situación del México 2014, me obliga a sacar unos pedazos de papel y una pluma para escribir lo que decía.
No se inmuta, y sólo mi acompañante -Luciano Jiméno Huanosta, ahora coordinador del partido Humanista en el Distrito Federal- Dice sin mayor reparo: ¡No chingues, ya vas a reportearlo!
Y Sí, efectivamente, no podía perder –aunque sí perdí algunas importantes manifestaciones de su decepción- las palabras que Salvador, aquel luchador estudiantil que una vez me dijo, que nunca olvidaría la luz de bengala que iluminó Tlatelolco, nos decía con total sinceridad.
Lo primero. Fue un ¡Ya Chole con el 68!. Después aclaró: Yo estoy en otro patín. La frase sorprendió, pero lo que vendría después en el dialogo, lo haría aún más. Hacía una autocrítica de esa lucha, de sus compañeros, del PMT, del mismo Heberto Castillo y reconocía la visión de Antorcha Campesina, una visión futura, con tintes Mahoístas, que les ha permitido subsistir, comentaba sin reparo.
Vendrían más consideraciones. ¡Qué tristeza! Estamos en un mundo y en un país de comercio, mercado, dinero, donde les vale gorro el cambio climático. Entre sorbo de café, y mordida de mollete, asegura que se gesta un hombre nuevo, codicioso, mentiroso, que sabe engañar.
Estamos, dijo, en otro tipo de colonización, que nos tiene controlados de otra manera, más manipulados que antes y sobre todo más, enajenados. Hay una dictadura financiera y nos viene una cultura Europea, sin valores.
Sin decir nombres de gobernantes, asegura sin reparo ¡Está más cabrón! Vienen con exterminio de pobres. Por eso, agrega, debemos reconocer que el cardenismo, necesita urgente revisión…El proyecto ¡Chingó a su madre!
Sin mostrar enojo, sino una serenidad sorprendente, hablaba de la urgencia de crear otra estrategia de lucha, no como aquella del movimiento de los cuarenta con los obreros, otra, dice, porque los chavos, traen una frustración del ¡Carajo!
El ruido y murmullo en ese café, dificulta mucho poder escucharlo. Su voz pausada y muy baja, a comparación de su estatura –muy alto, y aún delgado, como cuando tenía 21 años, según confirma- era sin embargo firme y con manifestaciones tajantes:
El 68, ya cumplió una función; muchos de los que participamos, muchos, duele, pero están anclados en el pasado, y otros quieren santificar y hasta colgarle milagritos a Heberto Castillo.
Hay quienes promueven la iglesia “Hebertíana” decía en forma figurada y la verdad, insistía, es que somos los perdedores.. ¡Nos partieron la madre! Y Ahora soplan vientos capitalistas y debe uno navegar en esas aguas tormentosas.
La plática, se mezcla entre la política, los partidos, los legisladores, el gobierno, la sociedad, y hasta formas de alimentación para mantenerse coherente y bien a pesar de los años. Se recuerdan pasajes con “El cabezón”; lo que hicieron cuando impulsaron el PMT y habla hasta de sus hijos. No falta revelar sus padecimientos, dolores y malestares físicos, producto del paso de los años.
Salvador Ruíz Villegas, habla con una lucidez extraordinaria. Analiza en segundos la situación política y los proyectos de gobierno. Habla de Pemex, de las reformas y de la CFE, y advierte:
¡No son tiempos de agarrar las armas y subir al cerro! No hay una sociedad unida. Antes había feudos en cada región del país, ahora pesa más el capitalismo. Ya el crimen organizado no es el temor, porque lo que existe, es todo un proyecto de paramilitares, donde les es muy fácil desaparecer a cualquiera.
Hoy, hay una ambición desmedida, con importancia más por el mercado, el comercio, el dinero. Estamos en los vientos del capitalismo y ¡Aguas! Hay que voltear a Oaxaca, a Guerrero, es horrible lo que está pasando.
Hay un gobierno represivo y una aberrante sociedad donde impera la codicia, la ambición. No hay nadie que no traiga en la frente el signo de pesos. El hombre trae ya signos severos de demencia. No hay más representante y líder que el dinero.
Les vale madre la tierra, el agua, el ser humano. Es un hombre que tiene rasgo de demencia que se hace el harakiri. Los chavos, no tienen futuro. Lo del IPN, es una muestra. Sí, darán marcha atrás al reglamento, ya cayó, la dama –Yoloxochitl Bustamante- ya los recibió el titular de gobernación, y seguirán saliendo ingenieros, sí, sólo el título de ingenieros, pero con contratos y salarios de técnicos.
Esa es una realidad de la globalización. Un proyecto de desarrollo industrial, sin humanismo, sin futuro, donde a nosotros -pemetistas- nos faltó una visión a largo plazo para formar cuadros, que dieran la lucha.
No hay fé…Y los partidos políticos no van hacer nada, porque serán comparsas. Ya son comparsas de un gobierno que sopla con vientos capitalistas y aguas tormentosas. De repente, Salvador, cierra el capítulo y expresa:
¡Hijo de su puta madre… Lo que viene está cabrón! Toma café, se come el último trozo de pan con frijoles y queso, que aún queda en su plato y le da otro rumbo a la plática.
El autor de Malkhut, un libro de cuentos, historias de amor y relatos verídicos de aquel movimiento de 1968, ya no quiso hablar de los balazos, de los estudiantes que vio caer muertos, de su época en Lecumberri al lado de Heberto Castillo y de “El cabezón”.
Tampoco de lo que padeció en la celda número 20, en la crujía “M”, menos de su salida de la cárcel, aquel 21 de septiembre de 1971, y ni de su labor para formar junto con Heberto Castillo el PMT.
Sólo desvió la plática e inició una nueva, la de amigos.
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