Cuando casi 9 mil delegados panistas de toda la República lograron romper la muralla de las cúpulas del partido para evitar el voto directo de los militantes en la elección de sus presidentes nacionales, estatales y municipales, quien coordinaba en ese momento los debates, Héctor Larios, olvidando que el micrófono estaba abierto, expresó “vamos a perredizar al partido”; a poco más de dos años de ese hecho, hoy preside la Comisión Organizadora Nacional para la Elección 2015 del PAN.
Pues bien, desde dicha Comisión Organizadora se ha expedido una Convocatoria para la Elección del Presidente Nacional del PAN y su Comité Ejecutivo Nacional que, sirviendo de modelo para las respectivas convocatorias para la elección de los presidentes estatales y sus comités, fomentan e institucionalizan no sólo el proceso de perredización del PAN sino el triunfo de la cultura priísta dentro del PAN. Paradójico resulta que quien protestó airadamente ante la manifestación de la alegría desbordada de la esencia democrática del PAN en la XVII Asamblea Nacional Extraordinaria en marzo de 2013, hoy sea uno de los más fervientes impulsores de la anti cultura panista.
Recuerdo la primera credencial de elector que tuve en mis manos en los años 80´s, no contaba con fotografía. Para mí, que no sabía nada de política, era intrascendente. Sin embargo, tiempo después tomé conciencia de que al no haber fotografía en una identificación, era imposible tener la seguridad de que el poseedor de ese documento efectivamente era la persona cuyo nombre aparecía registrado en la credencial; por lo que era fácil suplantar al votante el día de la elección.
En ese entonces, la queja de los partidos de oposición era que en las elecciones federales “hasta los muertos votaban”, ya que en los listados de electores aparecían evidencias de que las personas muertas también habían votado.
De mis primeras experiencias electorales en mi juventud y de que la admiración a Manuel J. Clouthier “Maquío” me acercó al PAN para afiliarme en 1988, me sorprendió que el primer gobernador panista Ernesto Ruffo Appel en 1989, emitiera en el Estado la primera credencial de elector con fotografía. Después de ese hecho, el ejemplo permeó en todo el país y hoy en día tenemos padrones más confiables y el instrumento de identificación más reconocido en todas las instituciones públicas y privadas del país, es la credencial de elector con fotografía. Adicional a ello, el listado nominal usado en los procesos electorales constitucionales, cuenta también con fotografía y la credencial de elector debe renovarse cada determinado número de años, dando en la jornada electoral elementos de identificación suficientes para cotejar que la credencial no haya sido falsificada ya que la fotografía de la credencial debe coincidir con la fotografía en el listado nominal y con los rasgos físicos que tienen a la vista los funcionarios de casilla y los representantes de los partidos, quienes también cuentan con un ejemplar del listado nominal de electores.
Hoy en día el PAN, impulsor de la credencial de elector con fotografía y de los mecanismos para tener padrones y listados electorales con un alto grado de confiabilidad para ser usados en las elecciones federales constitucionales, ha retomado las prácticas que en otra época había criticado al PRI.
Ejemplo de lo anterior, el padrón del PAN en el Distrito Federal que fue revisado este fin de semana con fines de recolección de firmas para registrar la candidatura de Javier Corral, lo cual implica visitar a cerca de 32,843 del D.F., presenta graves inconsistencias, entre las que están las siguientes: en 2,677 casos no aparece la dirección, en 28,627 casos no aparece teléfono de casa para localizarlos, en 21,418 no aparece ni teléfono en casa ni celular y en 21,418 casos no aparece correo electrónico. No olvidemos que son miembros de un partido político y que en tal condición se debe practicar el diálogo y el contacto para realizar política.
Lo anterior se suma al hecho de que al momento de visitar a una persona en su domicilio sin previa cita, la queja de los precandidatos que contendieron para poder participar en el proceso electoral federal fue que en muchos domicilios no vivían los militantes que buscaban y, en no pocos casos, algunas personas localizadas mencionaron que no eran panistas y militaban en otros partidos políticos, por lo que reclamaban el que su “líder” estuviera usando la copia de su credencial de elector y de su comprobante de domicilio para negociar con el PAN, siendo que esas copias las habían proporcionado para programas sociales.
En este contexto, quienes a nivel nacional desean obtener su registro para poder participar como candidatos a presidir el PAN nacional, deben conseguir alrededor de 47,000 firmas de aval para que sea aceptada su candidatura; de manera análoga, quienes pretendan contender como candidatos a presidente del PAN en el D.F. deben conseguir 3,285 firmas. En ambos casos, en tan sólo 10 días.
Lo anterior ha convertido al PAN en un mercado de firmas y votos, en el que los líderes del voto corporativo se ofrecen al mejor postor, encareciendo el voto a niveles que ofenden la moral pública y empobreciendo la democracia interna partidista.
Las evidencias, hacen suponer que los principales responsables de los grupos dominantes en el PAN, comenzando por el D.F., no se han dado cuenta de que el infierno que han creado en torno a su desmedida ambición de poder, tarde o temprano los alcanzará y serán expulsados del paraíso imaginario en el que creen vivir, para ser lanzados a las galeras ardientes por la mano de quienes en estos momentos han solapado y muy seguramente sea a causa de que se vendan a un mejor postor.
La vida interna del PAN heredada por Gustavo Madero, después de la manoseada y suplantada reforma Estatutaria del PAN, podría pasar a ser un nuevo capítulo de la obra de Dante Alighieri, titulado “la Divina Comedia de la Anticultura Democrática Azul”.