Ya lo he dicho otras veces, tengo una preciosa bicicleta italiana; no de carreras, no para campo traviesa y sí para ciudad. Para mi traslado al trabajo voy de manera alterna a pie o en bicicleta, según el clima y la prisa que tenga. Cuando llueve no uso la bicicleta; los riesgos de accidentes aumentan, los frenos de la bici no agarran bien, los automovilistas traen empañados los vidrios laterales de sus coches y las gotas de agua en los espejos retrovisores disminuyen su visibilidad, adicionalmente llega uno a su casa como si se hubiera echado un clavado en una alberca con todo el traje puesto y con zapatos. Me considero un conductor responsable, uso mis espacios, respeto los sentidos de las calles, cedo el paso al peatón, respeto los semáforos.
Hace casi 15 años renuncié a tener vehículo propio, aunque no niego que la belleza de algunos de ellos me sigue tentando. Sin embargo, cuando al caminar voy rebasando coches en pleno congestionamiento o cuando voy en taxi y me tengo que bajar de él para librar un bloqueo, inmediatamente se me quitan las ganas de volver a comprar un coche. Sí tengo licencia de conducir desde hace más de 35 años que me inicié como conductor en mis años de preparatoriano.
Veo hoy que como usuario de las vías públicas tengo muchas ventajas que la mayoría de las familias no tienen. Muchas personas usan el coche por necesidad, ya que tienen que llevar a sus hijos a la escuela. Otras tienen que cargar sus portafolios o bolsas para llegar al trabajo. Unos más, tendrán que llevar mercancías de un lugar a otro o algún familiar al doctor.
Existe el otro extremo en el que algunas personas usan el vehículo para fines únicamente de lucimiento personal, entre ellos algunos jóvenes desadaptados y llenos de complejos, que tienen en la mente la cultura del “rápido y furioso”; aunque olvidan que el principal actor de esa película falleció en la vida real por conducir a altas velocidades.
Es cierto que la contaminación es un riesgo real para la salud y que tiene varios componentes dentro de las diversas actividades que realizamos los habitantes y visitantes de la Ciudad de México. Los principales responsables son las autoridades por dejar pasar muchos años sin aplicar análisis prospectivos y ciencia al diseño de políticas públicas que regulen y eviten con efectividad los excesos cometidos contra nuestro medio ambiente y pongan una alto a la corrupción que ha imperado en cuantos gobiernos han pasado por nuestra mal lograda administración pública.
La solución a los problemas del hacinamiento urbano y el colapso del transporte, no se resolverá con ciclopistas y sin una verdadera cultura ciclista; los conflictos entre los diversos usuarios de la vía pública se agravarán, sobre todo por la ausencia de autoridad y por los vacíos en el Reglamento de Tránsito que, más que para regular, se ha aprovechado para favorecer algunos negocios de contratistas, concesionarios y empresas ligadas con algún “servidor” público en el Gobierno de la rimbombante CDMx.
Lo mismo hay conocimiento de casos de motociclistas que circulan a más de 100 km por hora sobre avenidas principales de la ciudad, como de ciclistas que circulan a 30 o 35 km por hora pasándose altos y poniendo en riesgo al peatón que en esos momentos va cruzando la calle. Precisamente el pasado 10 de mayo, un desadaptado, alrededor de las 7:30 de la tarde, aún con luz de día, y que circulaba a alta velocidad sobre la ciclovía de Minería, estuvo a punto de atropellar a mi familia, ya que este imprudente irresponsable desobedeció el semáforo en rojo del cruce con Benjamín Franklin; todos los coches sobre minería ya estaban detenidos y de reojo vi que este ciclista venía a alta velocidad y no se detendría, logré librar el golpe por menos de 10 cm de distancia. Así como este caso, hay muchos todos los días.
¿Quién sanciona a los ciclistas? ¿cómo identificar a un ciclista que atropelló a una persona, si no tiene matrícula?¿Por qué si comparten las vialidades con vehículos automotores, sólo los motociclistas, los automovilistas y los transportistas están obligados a contar con licencia de conducir? Las respuestas son muy evidentes: nadie sanciona a los ciclistas, el reglamento de tránsito no obliga a los ciclistas a contar con licencia, la Norma Oficial Mexicana NOM-001-SCT-2-2000 para “placas metálicas, calcomanías de identificación y tarjetas de circulación” no contempla a los ciclistas, aunque incluso estos usen algunas carreteras federales para circulación.
Por otro lado, la policía capitalina no ve como negocio “estar perdiendo el tiempo” deteniendo a ciclistas, cuando sus mandos pueden tener grandes ganancias extorsionando coches con placas foráneas; tampoco cuenta con personal ni vehículos destinados a perseguir y a sancionar a ciclistas, puesto que carecen de un marco normativo sobre el cual funden y motiven su ejercicio de autoridad.
Es urgente se legisle y se regule en materia de nosotros los ciclistas. Aunque la mayoría respetamos las pocas normas que nos rigen como usuarios de la vía pública en uso de nuestros legítimos derechos de “movilidad” y libertad de tránsito, hay algunos ciclistas que son auténticos criminales en potencia que están poniendo en riesgo la seguridad de los peatones.
Estoy listo para obtener para hacer mi examen para obtener mi licencia de ciclista y para matricular mi bicicleta, cuando existan esos trámites ¿tú compañero ciclista, estás dispuesto a ello?¿y tú jefe de gobierno, cuándo vas a poner a trabajar a tu gente en este aspecto tan necesario para la seguridad del peatón y del propio ciclista?