JOSÉ JIMÉNEZ
142 ANIVERSARIO LUCTOSO DEL PRESIDENTE BENITO JUAREZ, 17 JULIO 1872 – 17 JULIO 2014.
Murió como presidente de la república y estas fueron sus últimas horas.
En información histórica que llega a nuestros días, se registra que el 17 de julio de 1872 el presidente Benito Juárez García tuvo otro episodio de dolor en el pecho que le hizo doblegarse cuando su secretario particular y director del diario oficial le leía las noticias importantes del día.
Por la tarde el presidente Juárez decide no dar el acostumbrado paseo en carruaje y le pide a su yerno lo acompañe para luego ir al teatro con su hermana Manuela y así contarle la función. Por la noche Juárez dormía en su alcoba de Palacio Nacional.
Esa noche sólo tomó un atole, tuvo náuseas que no lo dejaron dormir, por lo que despertó a su hijo Benito.
El 18 de julio a las 9:00 tuvo que llamar a su médico Ignacio Alvarado, que llegó cerca de las 10:00.
“A las 11:00 tuvo calambres muy dolorosos que lo llevaron forzosamente a la cama. Tenía el pulso bajo y sus latidos débiles. El tratamiento aplicado (típico de la época) fue arrojarle agua hirviendo en el pecho, cosa que se le hizo luego de colocarle la olla hirviendo en el pecho. Con tal remedio, Juárez reaccionó.”
La familia se reunió en el comedor. Juárez se quedó en la recámara con el médico, le platicó historias de su niñez. Le contó que el Padre Salvanueva era el hombre más bondadoso que él conoció. Ante la pregunta de si lo suyo era mortal, el médico Ignacio Alvarado le dijo: -«Sr. Presidente: ¡Como lo siento!».
Juárez siguió mal. Su familia estaba reunida, hijas, hijo, yernos y amigos. También diversos amigos y políticos fueron llegando a la sala. Los ministros de relaciones exteriores José María Lafragua y el ministro de la Guerra General Alatorre, insistieron esa tarde en ver al presidente para recibir instrucciones. El presidente Juárez tuvo que vestirse y hablar con ellos, escucharlos y darles instrucciones.
Los médicos mexicanos más prestigiados de entonces acudieron a Palacio Nacional: Gabino Barreda y Rafael Lucio, pero nada pudieron hacer.
El presidente Juárez se tendió de lado izquierdo colocando una mano bajo su cabeza. Muy fatigado, con evidente falta de oxígeno sonrió e inmediatamente murió. Eran las 23:35 del 18 de julio de 1872 cuando los tres médicos reunidos declararon muerto al presidente. Sus hijas gritaban de dolor: «¡papá! ¡papá no te vayas!». La causa fue angina de pecho. En la actualidad, una placa en el lugar de su muerte da cuenta de ello. Durante un mes hubo ceremonias solemnes en todo el país en su honor.
Benito Pablo Juárez García nació el 21 de marzo de 1806 en Guelatao, Virreinato de Nueva España, actualmente Oaxaca, México, y murió en la ciudad de México, en Palacio Nacional, República de los Estados Unidos Mexicanos, el 18 de julio de 1872.
Abogado y político mexicano de origen indígena zapoteco. Gobernador del estado de Oaxaca de 1847 a 1852 y Presidente de la República hasta el 18 de julio de 1872. Casado con Margarita Maza. Se habló del amor de Juárez por Margarita como un ejemplo a seguir.
Se le nombra como el «Benemérito de las Américas» y se reconoce su obra por congresos y estados de América. Citamos el reconocimiento que sintetiza y dimensiona, el que se hace el 2 de mayo de 1865 por el Congreso de los Estados Unidos de Colombia en decreto que en la parte inicial dice:
«El Congreso de los Estados Unidos de Colombia, decreta:
Art. 1.º.- El Congreso de Colombia, en nombre del pueblo que representa, en vista de la abnegación y de la incontrastable perseverancia que el Sr. Benito Juárez en calidad de Presidente constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, ha desplegado en la defensa de la independencia y libertad de su Patria, declara que dicho ciudadano ha merecido bien de la América, y como homenaje a tales virtudes y ejemplo a la juventud colombiana dispone que el retrato de este eminente hombre de Estado sea conservado en la biblioteca nacional con la siguiente inscripción: Benito Juárez, ciudadano mexicano. El Congreso de 1865, le tributa, en nombre del pueblo de Colombia, este homenaje por su constancia en defender la libertad e independencia de México.»
En el aniversario del 5 de mayo de 1867 de la Batalla de Puebla, Juárez habló desde el balcón principal ante una multitud que se reunió frente al Palacio Nacional. En su discurso dijo:
«Pueblo de México, amados conciudadanos, el baño de sangre por el que ha pasado la República no podrá ser olvidado jamás. La sangre de vuestros hijos, la sangre de vuestros esposos, la sangre de vuestros padres, no será derramada de manera inútil por que al afianzarse la República se afianza la soberanía nacional».
Y el concierto de todas las naciones admirará a este pueblo, hoy y por los siglos hasta siempre jamás, recordad esto, no podemos flaquear, tenemos que seguir adelante porque nuestra recompensa será la gloria eterna y el respeto de todos los pueblos y naciones que sabrán que México no es lugar donde venir a buscar aventura ni rostrar batalla para someter a un pueblo a la esclavitud. En este momento os digo, ¡mexicanos!, la libertad es una realidad, la libertad es un ejemplo para todas las naciones y los pueblos y orgulloso estoy hoy de ser el presidente de los mexicanos por que la nación realmente es hoy madura, hoy respetada, hoy temida, hoy bravía, hoy fuerte, y esta lucha será el inicio, el comienzo de una grandeza que nunca acabará.»
Así como las palabras grabadas en bronce en el Recinto a Juárez, en Palacio Nacional. Fragmento de la carta de Benito Juárez a Matías Romero del 26 de enero de 1865.
“Que el enemigo nos venza y nos robe, si tal es nuestro destino, pero nosotros no queremos legalizar ese atentado entregándole voluntariamente lo que nos exige por fuerza. Si la Francia, los Estados Unidos o cualquiera otra nación se apoderara de algún punto de nuestro territorio por nuestra debilidad no podemos arrojarle de él, dejemos siquiera vivo nuestro derecho para que las futuras generaciones que nos sucedan lo recobren.”
De las frases célebres que quedan para la posteridad citamos:
«Como hijo del pueblo nunca podría olvidar que mi único fin debe ser siempre su mayor prosperidad.»
«Libre, y para mi sagrado, es el derecho de pensar… La educación es fundamental para la felicidad social; es el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los pueblos.»
«No se puede gobernar a base de impulsos de una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No se pueden improvisar fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la retribución que la ley les señala.»
«Los hombres no son nada, los principios lo son todo.»
Y el pensamiento que trasciende más aún en estos tiempos de globalización y que grabado en letras de oro se encuentra en lo alto de este recinto que inmortaliza su obra, que proponemos se realce en ceremonia solemne de reinauguración:
«Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.»
En estos tiempos difíciles, va nuestro modesto homenaje al gran maestro presidente de la república, Benemérito de las Américas, licenciado Benito Juárez García.