En los llamados cuartos de guerra que se ocupan del Asunto Iguala observan que el costo político se ubica como alto y muy alto, con el riesgo constante de salirse completamente de alguna posibilidad de control.
En los hechos ya cobra en el segundo nivel de poder la caída de un gobernador y en el primero un desprestigio creciente en el ámbito internacional que a la imagen y percepción ya fija de violencia, represión, muerte y delincuencia se le aplican tanto llamados de no evitar visitar el país y en particular la entidad –que turismo internacional le interesa visitar Acapulco para conocer la belleza natural con tanta inseguridad-, como pronunciamientos y sanciones económicas, principalmente de la comunidad europea.
Del breve momento de reconocimiento y gloria por las reformas estructurales en el marco normativo para permitir la entrada del capital internacional a la explotación del petróleo principalmente, que se decía sin conflictos sociales o inestabilidad política, se pasa ahora a una situación muy incómoda que presenta al país con una violencia creciente, con un gobierno sin la fuerza legítima suficiente y con incapacidad a cada paso.
Al cumplirse un mes, de este lamentable hecho aun cuando se tienen otros que no pueden pasarse por alto u ocultarse, al paso de los días y de las horas, el costo aumenta involucrando a toda la clase política, unos por su torpeza al actuar, otros por su acción, otros por su omisión y otros más por su silencio.
Así se colocan en la mesa temas como causas y efectos que demandan atención para el tomar decisiones. Para la base de gobierno y como asunto de seguridad nacional y como prioridad se tiene el de los Gobiernos municipales, las policías municipales y la seguridad pública; en el plano económico social la economía, el empleo y la producción local.
Para la clase política la condicionante con el poder del narco, la incidencia como poder en el poder político y en el gobierno. Para la izquierda, en paradójica mala suerte, con un actuar torpe e imprudente resultado de condicionantes frente el poder político, este asunto le pone en frente que éticamente debe conducirse y marcar su deslinde, así como evitarle por todos los medios.
Algunas voces se han levantado para pedir la salida de quien recientemente se ha instalado como conductor del PRD, lo que deberá considerarse ya que la forma en que abordo le ha traído situaciones de agresión, desprestigio, involucramiento innecesario, señalamientos cargando costos y el perder reconocimiento que llevara a salida de
militantes y fuerzas. A los jóvenes también le define el hecho y le sacude mostrándoles quien les hace daño.
Se ha destituido a un gobernador, se ha nombrado su sustituto, actores proponen la conformación de una comisión de la verdad o de notables para atender el caso, se coloca como prioridad la localización de los 43 normalistas desaparecidos, se ha detenido a más de 60 personas, pero no se ha detenido a los principales señalados como responsables y lo más importante no se encuentra a los normalistas.
El estado de Guerrero necesita no un cuarto de guerra sino un cuarto de paz que claramente separe al gobierno de la delincuencia y establezca una base de desarrollo económico y social. La primera demanda que reclama la sociedad mexicana y la opinión pública internacional es la del regreso con vida de los normalistas.