El proceso para elaborar, aprobar y aplicar el presupuesto del Distrito Federal lleva una serie de inercias negativas, errores y vicios que lo muestran como agotado, ya que no se atienden necesidades y demandas ciudadanas sino se define a conveniencias y capricho de grupo, lo que sucede más en un año electoral como el que estamos iniciando.
El presupuesto debe ser la concreción de un proyecto político y dice el secretario de finanzas, Edgar Abraham Amador Zamora, al exponer al pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal las políticas de presupuesto y señalar que “el gobierno del Distrito Federal pone en el centro de la política pública a la gente, a las y los capitalinos y a la convivencia entre ellos en un espacio público armonioso y que fomente el desarrollo de oportunidades para individuos y para empresas”, “ el presupuesto es la muestra más fehaciente del compromiso político y del pacto con los ciudadanos”, “es en el presupuesto donde se materializan los compromisos y la estrategia para cumplirlos, es donde se reflejan las prioridades del gobierno”, es la AGENDA DE GOBIERNO y esto quiere decir que es la serie de asuntos prioritarios que se propone atender, más en consecuencia contiene también exclusiones a las que no prestará atención, aunque los ciudadanos lo padezcan.
La inercia negativa recurrentemente señalada es la del proceso rutinario, más que una política pública incrementa lista proyectada, es la de aprobar con los menores ajustes el proyecto de presupuesto que presenta el GDF en el llamado paquete financiero, ajustes
que se ven solo como agregar algún asunto de interés de un diputado o de un grupo de diputados.
El asunto se expone cuando el delegado de Álvaro Obregón, Leonel Luna, que fue también diputado y sabe algo del tema, arremetió contra los diputados locales de esta demarcación, y por efecto para las demás delegaciones, “a quienes tildó de irresponsables, al no apoyar el presupuesto delegacional para el próximo año (2015), cuando tuvieron la confianza y el voto de muchos vecinos y desafortunadamente no se reflejó en la asignación de recursos.”
Indicó, además, que deben cambiar las cosas y establecerse una fórmula para la definición del presupuesto delegacional, porque año con año sólo se incrementa lo correspondiente al índice inflacionario, cuando se debería tomar en cuenta a la población, índices de marginalidad e infraestructura.
Ante una situación que cruzo antes la delegación de Xochimilco y que hoy cruzan las delegaciones Álvaro Obregón y Milpa al ser excluidas de una bolsa adicional de recursos, propone que se debe generar un mecanismo distinto para cuando los diputados dispongan de recursos adicionales, a fin de que se prioricen las necesidades de la población y no sea una bolsa para generar un tipo de actividad política como sucedió en este caso.
Para remarcar el jefe delegacional cuestionó a los diputados por no gestionar recursos, una de las esencias de su representatividad, y señaló que los diputados de Álvaro Obregón, como en otros casos, no conocen la realidad en la delegación y la falta de asignación de recursos habla de la poca responsabilidad que tienen.
El proceso de elaboración del presupuesto, marcado en la ley, parte de la iniciativa que la dependencia responsable envía a todos los organismos de gobierno con un piso y techo; las adecuaciones, ajustes y propuestas que cada dependencia realiza como respuesta, para después la dependencia encargada elaborar el proyecto financiero (código financiero, ingresos y egresos) que se presentará en tiempo definido (último de noviembre) a la ALDF para su estudio, consulta con cada una de las dependencias de gobierno bajo una agenda de audiencias que servirán para presentar sus peticiones de recursos para una u otra obra o acción (puede ser el caso de decir querer menos, pero al momento no hemos asistido a una presentación con esta forma); después con toda la información concretar un dictamen -para que se lea como calificación- en comisiones para un documento propuesta lo más afinado y para finalmente ir a la aprobación en pleno.
Aun cuando pudiera entenderse abierto, democrático y transparente el proceso sucede que el diputado, más el de la fracción en el poder, se ve limitado o presionado a proponer adiciones.
El llamado cabildeo se ve limitado a intereses verdaderamente fuertes, se busca la posibilidad de incidir solo en dos momentos. El que la propuesta de presupuesto sea
asimilada y presentada por el proyecto de gobierno, cediendo todo mérito, o en la de forcejear a cambio de apoyo a una acción, situación no muy favorable ya que se contrapone o confronta al aparato de gobierno, lo que puede ser contraproducente al momento de su aplicación e instrumentación.
Los intereses de grupo o facción, o grupos, o facciones, conformados artificialmente y fuera de posturas ideológicas, marcan la toma decisiones, acabando en beneficiar al otro, pero no al proyecto o las demandas que se quieren o dicen atender.
Así, el procedimiento debe cambiar, por el bien democrático y plural.
La demanda ciudadana se dice debe ser procesada por los partidos políticos, por los representantes populares para hacerse acciones de gobierno, más cuando en el ejercicio de las responsabilidades y capacidad de los que toman decisiones sucede el cuestionamiento de su representatividad, al tenerse un representante que vota y decide en contra de lo que quieren los que lo eligieron.
Para una reforma en el proceso de elaboración del presupuesto se deberá considerar la posibilidad que el ciudadano tenga la facultad de proponer directamente se destinen recursos presupuestales para atender una demanda; de que a los trabajos de las comisiones de presupuesto y cuenta pública, que por norma y efecto atienden este asunto, deberá tenerse el de conformar la comisión de presupuesto delegacional, conformada por el o los diputados de cada delegación, diez y seis en número, que deben mostrar conocimiento de su entidad y de las demandas que necesariamente se deben atender.
A todo esto en el objetivo es que ante un problema, en situaciones de obvia, grave y urgente atención, el ciudadano frente al primer nivel de gobierno, con el que tiene contacto de proximidad, no se vea ante la lapidaria expresión de “no hay presupuesto”, con lo que la acción de gobierno se hace realidad o se ve impedida y es causante de otros problemas, en los que tendría responsabilidad, si antes no se atraviesa un recorte.