La Ciudad de México hace eco de lo que ocurre en el país. La sociedad capitalina critica a las instituciones, sus gobernantes y la clase política y tiene en la izquierda a uno de los receptores principales de su opinión negativa y su desconfianza.
Por estar en el poder, los partidos de izquierda en la ciudad son parte de esa crisis y están no sólo al margen sino, inclusive, son objeto de la protesta ciudadana del último trimestre de 2014. A esta crisis contribuye la línea política de alianza con el Gobierno Federal, la desatención de problemas cotidianos de la ciudad y el desentendimiento de las causas del movimiento social.
La elección presidencial de 2012 arrojó para la izquierda cerca de 16 millones de votos, a nivel nacional, convirtiéndola en la segunda fuerza del país. El Jefe de Gobierno, postulado por la coalición de izquierda, ganó con más del 60% de los votos. La izquierda gobierna en 14 de 16 delegaciones y tiene la mayoría de la ALDF.
Asumida la decisión de AMLO de constituir un partido nuevo, no se mantuvo el esfuerzo de unidad de los partidos de la izquierda. El aval electoral de 2012 se desintegró y la izquierda se alejó de la posibilidad de constituir un frente opositor articulado al gobierno del presidente Peña. La participación del PRD de loschuchos en el Pacto constituyó para la izquierda el símbolo de esta pérdida.
En la Ciudad de México se observa un gobierno sin resultados, subordinado al Gobierno Federal en temas centrales; un partido en el poder sin agenda, domesticado, incapaz de hacer de vigía al gobierno local; y, un Jefe de Gobierno con una caída en los niveles de popularidad sin precedente en la reciente historia democrática de la ciudad.
Puesto este escenario, los procesos de selección para las candidaturas a las 16 jefaturas delegacionales, 40 distritos locales y 26 federales serán vitrina del desencuentro y animosidad que muestran las expresiones más importantes de ese partido en el terreno nacional.
Los incentivos para una confrontación fratricida entre las 3 expresiones perredistas con mayor peso en el país están sobre la mesa de la ciudad: aumentar la presencia de una Nueva Izquierda, fraccionada en la capital del país, y dar existencia a la ADN, en donde no la tiene, todo a costa reducir la presencia de la IDN y sus aliados.
En el fondo se trata de un intento para modificar una correlación de fuerzas que se había mantenido en los últimos 10 años, al menos. El PRD, además, no podrá apoyarse en sus liderazgos más importantes de los últimos quince años: el de Cárdenas, hoy fuera del PRD; el de López Obrador, hoy adversario del PRD; y, el de Ebrard, bajo el golpeteo del gobierno de Mancera.
En la ciudad existe un escenario de baja iniciativa política del gobierno de Mancera. El Jefe de Gobierno ha decidido la remoción de titulares en Cultura, Desarrollo Urbano y Vivienda, Inmujeres DF, Oficialía Mayor y, la más reciente, Seguridad Pública.
Todas ellas han ocurrido bajo el signo de la presión pero, con excepción quizá del caso de la titular de la política de equidad de género, parecen sólo cambios de fusible. No se observan políticas nuevas o modificaciones al rumbo de cada sector. ¿Cambiar para que todo siga igual?
Solo por señalar dos ejemplos: ¿ahí se quedó la acción contra la alegada corrupción del ex Oficial Mayor de Mancera? ¿Será el mismo destino de autocomplacencia y simulación lo que espera a la acéfala Secretaría de Seguridad Pública? Ojalá no, porque mientras el gobierno funde y cambia fusibles, la ciudad y nosotros, sus habitantes, pagamos las consecuencias y seguimos debatiéndonos entre el uso inadecuado de los recursos públicos y una creciente inseguridad.