¡Van Los Zetas tras tu casa!

Anselmo y Clara se casaron hace 13 años en una hermosa ceremonia en una hacienda cercana a la capital del Estado de México. La novia, radiante, juró amor eterno al ilusionado novio, y juntos iniciaron el camino hacia la vida.
Él no tiene la vida resuelta, pero viene de una familia que aunque no es acomodada ha sabido administrarse bien y obtienen el mejor provecho de los ingresos que ganan con sacrificio y dedicación.
Ellos producen y distribuyen de los mejores quesos que se pueden conseguir en el sur del estado, y el negocio poco a poco ha prosperado.
Para mayor felicidad, a los dos años de vida matrimonial llegó la pequeña Sara a darle más luz a sus vidas; y a los siete años de la boda se unió a la familia Paulo, un pequeño que aunque tuvo dificultades de salud al nacer, hoy luce lleno de vida.
Anselmo no podría imaginarse más feliz; estaba dedicado a sus hijos, a su esposa y lleno de tanta motivación que ya hacía planes para expandir su negocio a estados aledaños.
Pero un suceso cambió sus vidas para siempre. Consciente de la inseguridad en su región y en el país, Anselmo tomó algunas precauciones para que su familia no fuera víctima de la delincuencia.
Pidió a su esposa y a sus hijos estar siempre atentos e hizo cambios a sus rutinas como variar las rutas hacia la escuela o el trabajo, no ostentar objetos costosos y –sobre todo– no perder de vista a los pequeños. Por un tiempo la familia estuvo bien.
Una mañana a principios de año Anselmo recogió la correspondencia en la entrada de su casa. Al revisarla, además de los recibos, pagos e invitaciones, una carta escrita a mano en un sobre sin lacrar llamó su atención.
El texto decía así palabras más, palabras menos: “Sabemos quién eres cabrón, sabemos de tu familia, conocemos a tus hijos Sara y Paulo, y sabemos cuánto tienes en el banco, te hemos vigilado en tu trabajo, sabemos que tienes tres autos, la casa donde vives y dos terrenos más. Mira pendejo te hemos vigilado bien, te tenemos bien checadito y si no quieres que nos chinguemos a tu familia deja las escrituras de la casa y las facturas de los autos en donde encontraste esta carta. Somos de Los Zetas y no nos andamos con chingaderas, si no obedeces tu familia la va a pagar, tienes 48 horas para entregar todo y largarte o buscaremos a tu familia”.
Anselmo cayó en pánico. Hizo regresar a sus hijos de la escuela y reunió a su familia. En medio de la crisis escuchó sugerencias de llamar a la policía, de contratar seguridad privada, en fin, analizó cada posibilidad.
Hoy han pasado casi siete meses y Anselmo vive en el extranjero con su esposa e hijos. En esas 48 horas se armó de coraje y tomó la mejor decisión: no dejó nada a Los Zetas; al recibir la carta se fue, remató sus propiedades, su empresa y sus autos, e inició una nueva vida fuera del país. Desde allá se atrevieron a contar su historia.
Esta extorsión ha tomado fuerza desde hace un año en algunos municipios conurbados a capitales del centro del país, y estados como Chihuahua, Jalisco, Michoacán, Durango y Coahuila.
Ahora los delincuentes se toman tiempo para observar a sus víctimas. Obtienen datos del número de familiares que habitan la casa, color de piel, si hay niños y cuántos son, al final dejan una carta en la que exigen dejar las escrituras en el buzón, además de las facturas de los vehículos y pertenencias o de lo contrario secuestrarán a los menores de edad.
Este modus operandi se está dando mucho en algunos municipios del Estado de México cercanos a Puebla, como es Valle de Chalco, donde hasta el momento se han contabilizado tres víctimas; una de ellas perdió todo momentáneamente debido a que los delincuentes creyeron que el tener las escrituras de la vivienda los hacia legítimos dueños y al tratar de venderla fueron detenidos por irregularidades.
¿Hasta dónde llegarán los delincuentes? Gracias y buen inicio de semana.
 
 

 

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