En mis 21 años de ejercer el periodismo jamás había visto una conferencia de prensa con un personaje tan burdo y arrogante. En su primer encuentro con medios, el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, hizo gala de su característica pedantería de campaña y arremetió contra todo y contra todos.
Pero a pesar de su desdén e insensatez infinita, tal vez el único tema en el que pueda estarse suavizando es en la supuesta cancelación o revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Y es que a pesar de su retórica de campaña en la que atacó una y otra vez este acuerdo, Trump probablemente no lo tocará, sino de manera superficial.
El empresario ha calificado al TLCAN “del peor tratado comercial jamás», y prometió retirar a su país a menos que México y Canadá acuerden renegociarlo. Es más, la semana pasada sugirió que la renegociación incluya disposiciones para que México reembolse al gobierno de los Estados Unidos por el muro que quiere construir a lo largo de la frontera.
Pero analistas estadunidenses aseguran que desmantelar e incluso reescribir significativamente el acuerdo es poco probable. Los multimillonarios, los jefes ejecutivos y los amigos que está eligiendo para su gabinete no son personas inclinadas a desmantelar un acuerdo cuyos contenidos reflejan en gran parte lo que los negocios estadounidenses querían de la relación entre Estados Unidos y México cuando el TLCAN fue negociado a principios de los años noventa.
Sería casi imposible, o al menos masivamente costoso, conseguir lo que Trump parece querer más: una gran caída en las importaciones de México. A sus ojos, esto haría del TLCAN un mejor trato para Estados Unidos, aunque por supuesto los economistas serios no están de acuerdo. Dicen estos analistas que reabrir el acuerdo sería muy desordenado, y si Trump intenta lanzar nuevas barreras comerciales masivas, los líderes empresariales objetarían fuertemente.
Su nacionalismo económico hace que el establishment del Partido Republicano se retuerza, pero está claro que también ayudó a Trump a ganar varios estados del Medio Oeste, inclinando el colegio electoral a su favor.
En la medida en que acuerdos como el TLCAN establecen reglas favorables a las empresas y generan eficiencias de mercado y economías cuyos beneficios se acumulan en manos de unos pocos, la hostilidad de los votantes no es un misterio.
Pero lo cierto es que la economía es sólo una parte de la razón. La cuestión más importante es lo que significa la reacción negativa contra la globalización. El electorado demócrata promedio tiene un ingreso menor que el promedio de los votantes republicanos, pero los demócratas apoyan más los acuerdos comerciales porque son más internacionalistas, más abiertos a otras culturas, más jóvenes, más educados y más urbanos.
La presidencia de Trump tendrá como eje la idea mercantilista de los políticos sobre el comercio, en el que las exportaciones son buenas y las importaciones son malas y este pensamiento no señala ningún curso claro de acción. Esta es la razón por la cual Trump no hará mucho sobre el TLCAN.
PARA EL REGISTRO Los instigadores de los grupos de choque contra el gasolinazo que saquearon decenas de comercios en varios estados del país tienen nombre y apellido, pero destaca el de Andrés Manuel López Obrador, según la Policía Federal. ¿Será? Gracias y hasta mañana.
@betata75