Recién capturado en 2014, una casa encuestadora preguntó a los mexicanos sobre otra posible fuga de “El Chapo” y más del 70 por ciento dijo que existía una posibilidad seria y real de que se volviera a escapar Joaquín Guzmán Loera. Este sábado lo hizo, y con una espectacularidad digna de una película.
Este lamentable hecho pone en predicamento la estrategia del gobierno en torno al combate a la inseguridad. El Estado mexicano ha mostrado una gran debilidad al dejar escapar al delincuente más buscado a nivel mundial. Que Guzmán Loera se haya fugado de la cárcel de mayor seguridad del país nos habla irremediablemente de la capacidad corruptora del narco, algo en lo que hemos insistido una y otra vez.
Con este escape se demuestra que México no tiene la capacidad de controlar a los narcotraficantes, personajes que han tomado la medida a políticos y sociedad en su conjunto, y deja al país muy mal parado a nivel internacional porque fue gracias a la inteligencia de los Estados Unidos, quienes rastrearon uno de sus teléfonos satelitales, que «El Chapo» fue recapturado el año pasado.
A Enrique Peña Nieto le esperan días muy difíciles. Por un lado tendrá a cuestas la presión del gobierno de Barack Obama y de la Unión Europea, naciones hasta donde se extienden los tentáculos del Cártel de Sinaloa, y por el otro, deberá enfrentar a una ciudadanía mexicana harta de que los narcos y delincuentes utilicen las cárceles como hoteles de paso.
Pero vayamos a lo básico, en términos llanos, ¿de quién es la culpa?
Sería muy fácil culpar al presidente, es el lugar común al que todos los que analizamos este tema podríamos recurrir. Lo cierto es que el responsable directo de la seguridad nacional es la Secretaría de Gobernación.
Es Miguel Ángel Osorio Chong quien debe estar sudando frío. A él se le encargó la custodia del máximo barón de la droga, y por consecuencia, es en él en quien recae la responsabilidad de tenerlo correctamente vigilado.
El presidente lo hizo responsable ante una cadena de televisión estadunidense. A esos micrófonos afirmó días después de la recaptura el año pasado: “ahora el Estado y el gobierno deben tomar las debidas providencias, estamos tomando las providencias. Es algo en lo que he insistido todos los días al titular de Gobernación. ¿Lo tienes bien vigilado?, ¿estás seguro? Evidentemente es una responsabilidad que hoy tiene a cuestas el Gobierno de la República, que la fuga que ocurriera hace alguno años no se vuelva a repetir”.
Ahora el presidente enfrenta un serio dilema porque si quiere no seguir decayendo en la opinión pública debe considerar remover a su secretario de Gobernación. De no ser así, el costo político hacia su persona y gobierno comenzarán una caída libre que podría prolongarse hasta el final de su sexenio.
Seguramente en su viaje de regreso desde Francia en estas últimas horas, el titular del Palacio del Covián ha pensado más de una vez en presentar su renuncia al mandatario, porque la fuga de “El Chapo” Guzmán representa la más grave falla de seguridad y solo puede haber un error más grande que este: no rodar cabezas en el gabinete de seguridad.
En aquella entrevista, el presidente consideró que sería “imperdonable” que «El Chapo» se fugara de nuevo. Cierto, no lo perdonamos, y esperamos que él no perdone al secretario de Gobernación, por el bien de los mexicanos.
PARA EL REGISTRO ¿Qué no va siendo hora de hacer algo para exigir a legisladores y funcionarios de gabinete a hacer política pública para garantizar la paz y la seguridad? ¿Qué espera el gobierno de Enrique Peña Nieto para replantear su estrategia de seguridad, un atentado en su contra? Por Dios, no hagamos de este país un mal chiste. Gracias. Hasta mañana.