Al igual que Egipto, México tiene zonas inseguras en las que ningún turista puede ir de viaje. Zonas en las que el crimen organizado tiene una influencia casi total.
Las naciones de los visitantes extranjeros que frecuentan territorio mexicano, por placer o trabajo, se encargan oportunamente de dar a conocer estas regiones a manera de alerta para que sus connacionales no pongan en riesgo pertenencias o la vida misma.
El pasado 13 de septiembre ocho mexicanos fueron asesinados por fuerzas federales egipcias en un operativo antiterrorista en la zona donde comúnmente la caravana de turistas se detiene para un refrigerio.
No es la primera vez que expediciones de este tipo hacen una pausa en medio del desierto para realizar dicha actividad, y eso lo debe saber —al menos—, el titular de Turismo de aquel país, sobre todo cuando la nación se debate en una cruenta lucha contra terroristas internacionales.
No hay motivos para sospechar de una agresión a modo de ninguna manera, pero sí hay evidencias para asegurar que lo que cometió el gobierno de Egipto con los mexicanos ese día fue una tremenda equivocación provocada por una falta de tácticas que derivaron en la confusión de civiles con terroristas.
Cierto, más de uno nos dirá que los terroristas son civiles, pero lo cierto es que el departamento de inteligencia de todo país debe suministrar siempre posibles ubicaciones de sospechosos de querer dañar al Estado. Al menos así se practica en la mayoría de las naciones.
Entonces, ¿o falló la inteligencia egipcia (de las más efectivas a nivel mundial), o lo que emprende Egipto es una lucha sin protocolos ni control sobre todo aquello que parezca terrorista? Si es así, entraríamos al terreno de las consideraciones y urgiría saber qué es lo que define al terrorista ante los soldados armados de aquel país.
Es comprensible que en una guerra haya confusiones y equivocaciones, es parte del daño colateral, pero cuesta trabajo entender lo que dice el Ministro de Relaciones Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, en su desconcertante carta a los mexicanos cuando da a entender que ni el gobierno al que representa entiende lo que pasó.
Dejando de lado la torpe comparación de la situación de su país con la guerra contra el narco que México mantiene desde hace años, el canciller pretende tender una cortina de humo. Los que saben de diplomacia aseguran que los soldados que dispararon a mexicanos metieron a su país en un preocupante problema internacional.
Seguramente en escritorios de funcionarios de alto nivel de Egipto tienen un informe completo de lo que pasó ese día, pero sopesan la situación e implicaciones antes de responder de manera oficial. Además, la visita de la canciller Claudia Ruiz Massieu para ejercer presión los tiene en jaque, al menos eso denota esa desafortunada carta que no fue bien recibida en tierras aztecas.
PARA EL REGISTRO Nunca un Grito de la Independencia fue tan sin vida, tan sin emoción… pareciera que la gente que estuvo presente en la Plancha de la Plaza de la Constitución fue obligada, sin ganas. Gritó porque tenía que gritar… y tal vez fue, porque tenía que ir *** Las ceremonias militares, tan rectas y protocolarias, siempre nos han llenado de emoción. Ver a los soldados conviviendo con la gente en las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, permitiendo en todo momento que los niños subieran y manipularan los artefactos de los tanques y vehículos, es algo definitivamente indescriptible. Gracias. Hasta mañana.
@betata75