No hay peor político que el que no quiere ver. Eso nos decía un jefe de información allá en los inicios en este medio, palabras que ahora cobran fuerza al ver cómo el jefe de gobierno del Distrito Federal insiste en la versión de que en su ciudad no pasa nada y no hay delincuencia organizada.
En varias ocasiones en estas líneas comentamos sobre los riesgos de que el crimen organizado en pleno se apoderara de la Ciudad de México. Pues bien, eso ya pasó y vienen semanas difíciles para los habitantes de esta urbe.
Hasta hace algunos años, sobre todo antes de que se aprehendiera por segunda ocasión a Joaquín Guzmán Loera, alias «El Chapo», y se creara la llamada Federación de Sinaloa, la principal área metropolitana del país era un espacio considerado “neutral” para los capos de la droga porque aquí viven y estudian sus familias.
Pero lo cierto es que esta ciudad es el “gran mercado” para la delincuencia organizada, aquí se ubica el grueso de la población con alto poder adquisitivo y muy susceptible a secuestros, consumo de droga y extorsiones. Por este motivo decidieron repartírsela y delinquir en zonas claramente acordadas.
Como se sabe, cinco células se disputan ya la plaza: La Familia Michoacana, el Cártel del Estado, La Empresa, Guerreros Unidos (sí, esos implicados en el caso Ayotzinapa) y la Nueva Empresa. Todas son fragmentaciones de los cárteles de Los Beltrán Leyva, de Los Valencia, del Cártel de Sinaloa y del Cártel del Golfo. Estas organizaciones extorsionan, asesinan, roban, cobran impuestos y tienen sometida a la autoridad tanto del Distrito Federal como de su área conurbada.
Como ya lo hemos dicho, la capital del país se encuentra en guerra, y a pesar de que lo niegue su gobernante, de menos a más vemos ejecuciones, ajustes de cuentas, incremento de delitos y mayor trasiego de droga por sus calles. Mal hace Miguel Ángel Mancera al negar lo evidente. Si lo hace por un proyecto político, le recordamos que ninguna campaña puede triunfar basada en la indolencia. Punto.
PARA EL REGISTRO La víspera, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, afirmó que el gobierno mexicano no tiene nada que ver con la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa y pidió a los expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que aclaren lo ocurrido la noche del 26 de septiembre de 2014, si es que no fueron quemados en el basurero de Cocula. Con un “ya basta”, el responsable de la política interior y titular del gabinete de seguridad comienza a desmarcar a la administración de Enrique Peña Nieto de lo sucedido aquella noche en Iguala. Pero, ¿por qué tan tarde? ¿no debió decir eso antes? ¿por qué dejaron que el linchamiento público afectara tanto al Presidente? ¿o será que el secretario solo busca regresar los reflectores hacia su persona que por ahora alumbran a Aurelio Nuño? Gracias. Hasta mañana.
@betata75