Estudiar el delito está de moda

La influencia de la televisión entre la juventud de nuestro país es evidente y preocupante, al grado de modificar conductas sociales en torno a lo que emiten las pantallas.
Así, de la noche a la mañana, muchos jóvenes en México quieren convertirse en detectives, y la Criminalística (que no criminología) se posiciona como la profesión de moda gracias a series televisivas como La ley y el Orden, Mentes criminales, CSI, Castle y muchas otras.
Tan fuerte es este fenómeno, que se prevé que de continuar la actual tendencia, en sólo tres años uno de cada 10 estudiantes de bachillerato aspirará a trabajar en esa área.
Las autoridades educativas no quieren atribuir esta suerte de moda a las series televisivas, y se inclinan a pensar que es debido a una «tendencia de creciente profesionalización» de las fuerzas de seguridad; pero lo cierto es que ni una cosa ni la otra, y seguramente se derive de la ola de violencia que afecta al país desde hace años.
Lo innegable en estos días es que asignaturas como criminalística, ciencias forenses, seguridad pública y seguridad computacional, impartidas en escuelas, universidades, ateneos e institutos privados registran un verdadero «boom».
Las solicitudes de autorización de opciones de nivel superior en la especialidad de criminalística aumentaron un 35% y las de seguridad al doble en los últimos 5 años.
Cuando se populariza mediáticamente una carrera, como en este caso, se corren muchos riesgos; por un lado se olvida la verdadera vocación, existe una sobre oferta creada “al vapor” sin planes académicos consistentes y sin apego a la demanda laboral real, y por el otro, se tiende a actuar conforme a la fantasía y se fincan castillos en el aire.
Para Jorge Manrique, Rector del Colegio Jurista, es necesario desmitificar y ubicar en su justa dimensión esta profesión.
Primero, dice, porque en investigaciones periciales en media hora no hay un culpable, y por más habilidades y destrezas que desplieguen los profesionistas, no pueden generar un culpable inmediato porque deben analizarse muchas circunstancias en el caso. Ni Sherlock Holmes logra detectar un criminal de manera inmediata como en la televisión.
Segundo, las pruebas científicas no hacen una verdad legal; aunque se comprueben científicamente varios indicios, estos por sí solos no bastan para establecer el estado legal de una persona.
Y tercero, el jurista a veces se olvida que los investigadores en escena del crimen no determinan criminales, sólo ofrecen indicios, y que en estas investigaciones no hay prueba científica infalible a pesar de los constantes avances científicos y técnicos.
Y tiene razón, no existen investigadores criminales en cuatro meses (como muchos de los cursos que escuelas “patito” ofrecen), ya que se trata de áreas muy delicadas y especializadas que no pueden capacitarse de manera inmediata, se requiere seguir planes de estudio minuciosos, intuitivos y prácticos.
Existen en el país universidades y centros juristas que ofrecen la carrera de manera exitosa, y aunque es limitada la oferta de trabajo para los egresados, es prometedor su crecimiento ya que en México, según estadísticas, el 93% de los crímenes no se resuelven precisamente por ineficacia en las investigaciones.
Más datos: los profesionales de Criminología ganan en México ocho mil 249 pesos al mes, esta profesión es una de las peores pagadas en nuestro país, y según el Observatorio Ciudadano, los criminólogos se ubican en la posición 51 de un ranking de 61 profesiones en cuanto al sueldo mensual.
La matrícula de estudiantes de criminología en 2013 ascendió a 14 mil 181 estudiantes, 12.6% más que en 2012, y prevén que aumente exponencialmente este 2014 y 2015.
Pero más allá de cuestiones académicas o laborales, tenemos la necesidad social de contar con profesionales a la hora de realizar investigaciones periciales. Es hora de acabar con este ambiente judicial agobiado de personal improvisado y corrupto, muchas veces propiciado por las mismas autoridades. Gracias. Hasta mañana.
 
 
@betata75

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