La migración, ese fenómeno complejo e interminable, tiene muchas caras, pero la más dolorosa es aquella que afecta a mujeres y niños, y hay una región específica entre Guatemala y Chiapas que en los últimos meses ha mostrado ser letal para las mujeres migrantes que normalmente vienen acompañadas de sus hijos.
La Red Mesoamericana Mujer, Salud y Migración presentó hace unos días evidencia preocupante de que el corredor Huehuetenango-La Mesilla-Comitán, localizado entre Guatemala y Chiapas, es la ruta donde las mujeres migrantes son extorsionadas, robadas, abusadas sexualmente, desaparecidas o cooptadas por las redes de trata.
Un detallado estudio desarrollado por Formación y Capacitación A.C. (FOCA), en colaboración con la Red, muestra la intensa presencia de autoridades que han forzado, a quienes migran, a buscar nuevas rutas para evadir los puntos de inspección, control migratorio y escapar a las bandas organizadas que merodean los caminos para asaltarlos.
Y es que estos centroamericanos no se salvan ni siquiera de quienes deben cuidarlos, ya que el diagnóstico analiza también los mecanismos de extorsión de las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM) y la Policía Federal, quienes amparadas en las leyes migratorias, revisan, detienen y deportan a las migrantes, al tiempo que amenazan y violan sus derechos humanos.
La falta de trabajo, educación, salud y una vida libre de violencia, obliga a miles de mujeres centroamericanas a dejar sus lugares de origen e intentar llegar a la frontera con Estados Unidos a través de México.
Y como sabemos, el género incrementa el riesgo en el tránsito migratorio. Son las mujeres quienes enfrentan múltiples violaciones de sus derechos humanos desde el momento en que salen de sus comunidades de origen, ya sea por su edad, por ser indígenas, con bajo nivel de escolaridad o con nulo o bajo conocimiento de las leyes de su país y de los que recorren en su tránsito.
Una consecuencia inmediata es la afectación a su salud. Los derechos sexuales y reproductivos de estas mujeres no están garantizados, como tampoco tienen la preparación para ejercerlos. Los riesgos son contraer Infecciones de Trasmisión Sexual (ITS), Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH), embarazos no deseados y padecer violencia de género, y durante su trayecto se encuentran con acoso sexual de sus compañeros de viaje, acoso por parte del coyote, y de quienes encuentran a su paso, por lo que deben inyectarse anticonceptivos antes de emprender el viaje.
Esta invaluable cartografía elaborada por la Red refiere este corredor migratorio como el más transitado y a la vez el más invisible para las autoridades y para el ejercicio pleno de los derechos humanos.
En los últimos años el gobierno ha insistido en tomar a la migración como un riesgo a la seguridad nacional, y con base en ese criterio diseña políticas que lejos de ser humanitarias son agresivas y violatorias.
Urge que permeé en las autoridades una visión de seguridad humana en la que el Estado garantice y se responsabilice de la salud física, mental y emocional de las mujeres en el fenómeno migratorio. ¿Cómo?, incluyendo la perspectiva de género-feminista intercultural para indagar, profundizar y resolver la problemática de las relaciones de género desde las comunidades de origen, destino y tránsito.
El Instituto Nacional de Migración falla —una vez más— al no tener acciones concretas de prevención de violencia de género enfocadas a las mujeres en la migración… ¿Hasta cuando mantendrán a ese instituto como un ente obsoleto y rebasado?
PARA EL REGISTRO Más allá de las críticas que opinólogos podamos hacer en torno a la inseguridad, los linchamientos (por muy merecidos que éstos pudieran ser) no son parte de una sociedad que busca vivir en paz. Hace menos de 24 horas habitantes de San Juan Chamula, Chiapas, lincharon a dos delincuentes a quienes sorprendieron in fraganti. Entendemos y compartimos el hartazgo de las personas ante las ineptas autoridades de justica comandadas por políticos indolentes… pero no las apoyamos. Gracias. Hasta mañana.
@betata75
@betata75