El conflicto entre nuestro país con el gobierno de los Estados Unidos ha escalado a niveles insospechados. No se veía una crisis entre ambas naciones desde el gobierno del presidente Álvaro Obregón allá en los años 20.
Durante el reciente estira y afloja sobre el muro y la negociación del Tratado de Libre Comercio allá en Washington se vivieron horas intensas en la Residencia Oficial de Los Pinos.
Cuentan a esta columna que desde temprana hora del pasado 25 de enero el canciller Luis Videgaray y el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo, prendieron los focos rojos en el despacho presidencial, y que sus primeros reportes al mandatario Enrique Peña Nieto fueron no solo negativos, sino preocupantes.
A diferencia de lo que ambos funcionarios dijeron a los medios, quienes dieron siempre una visión optimista, las comunicaciones que recibió cada hora el mandatario mexicano le hicieron ver lo deteriorada que está la relación bilateral por la cerrazón del majadero y rencoroso inquilino de la Casa Blanca.
Ya entrada la tarde, y firmada la orden Ejecutiva en la que Donald Trump ordena la construcción del muro fronterizo y endurece políticas antiinmigrantes, mas de un asesor presidencial y un miembro del gabinete le recomendaron al presidente enviar un mensaje al pueblo de México.
Así lo hizo, y al tiempo que se emitía el spot de dos minutos 44 segundos en el que reprobó la construcción del muro, el presidente recibió las conclusiones nada alentadoras de la reunión de más de 10 horas que los funcionaros mexicanos tuvieron en Washington, y que derivaron en la desafortunada decisión que ya conocemos: Trump diciéndole “no vengas”, y Peña cancelando el viaje.
Diplomáticos de carrera consultados por esta columna aseguran que este tipo de incidentes diplomáticos se agravan precisamente por la falta de preparación de los negociadores y refieren que el mandatario mexicano debió enviar a resolver este conflicto diplomático, ¡precisamente a diplomáticos!
Y puede que tengan razón. Enviar a dos economistas a resolver una diferencia de este nivel es un error táctico muy grave. Sabemos del empoderamiento que Videgaray ha tenido en los últimos meses al interior del gabinete, pero su visión economista no lo deja ver más allá de números y previsiones económicas, y es imposible que se quite por un ratito esa visión tecnócrata.
Valdría la pena que el presidente mexicano comience a escuchar a personajes de su primer círculo a quienes no les ha pedido opinión. Valdría la pena que se detenga un poco a pensar en lo que sigue, porque estos dimes y diretes terminarán en un rompimiento diplomático con graves consecuencias para nuestro país. Y Valdría la pena que se intensifique ese curso de diplomacia intensiva al que Luis Videgaray —suponemos— está asistiendo.
Qué bien que no va Peña Nieto a tratar de hablar o razonar con un loco absurdo, agresivo, mentiroso y majadero. Es hora de unirnos en torno al presidente de México y frenar las agresiones de este loco tirano y de quienes lo apoyen. Si algo hay que agradecerle a este bravucón, es precisamente esta unión, aprovechémosla.
PARA EL REGISTRO Aguas, ahí viene otro gazolinazo. Asociaciones de supermercados y tiendas de conveniencia advirtieron que prevén no abrir por temor a saqueos. La fecha, según el secretario de Hacienda José Antonio Meade, es el próximo 4 de febrero y subirán todos los combustibles un 8 por ciento. Gracias y hasta mañana.
@betata75