Una alerta más de política retrógrada se prende en el vecino país, y es que en su infinita ignorancia, el presidente de los Estados Unidos, el bravucón Donald Trump, pretende resucitar la obsoleta Doctrina Monroe, a pesar de que podría contradecir la premisa de su campaña «America First”.
Como sabemos, la Doctrina Monroe es el principio de la política exterior de Estados Unidos de no permitir la intervención de las potencias europeas en los asuntos internos de los países del hemisferio americano. Derivado de un mensaje al Congreso por el presidente James Monroe el 2 de diciembre de 1823.
Esta doctrina fue el pilar central de la política estadounidense hacia América Latina hasta que el Secretario de Estado de Barack Obama, John Kerry, dijo a diplomáticos latinoamericanos en 2013 que había terminado oficialmente.
Esta declaración fue parte de un esfuerzo para rehabilitar la imagen de Estados Unidos en una región acostumbrada a ver a los gobiernos estadunidenses queriendo siempre controlarla a través de la persuasión cuando era posible, y forzándola cuando era necesario.
Un interesante estudio del Departamento de Historia de la Universidad Americana en Washington asegura que entre los planes del tirano se contempla darle nuevos bríos a esta política intervencionista, a pesar de que miembros de su partido, el republicano, consideran que no hay las condiciones de globalización para ello.
En días pasados, Craig Deare, decano de la Universidad Nacional de Defensa de Estados Unidos y ahora principal asesor de América Latina de Trump en el personal del Consejo de Seguridad Nacional, denunció la declaración de Kerry «como una clara invitación a los actores extra-regionales que buscan oportunidades para aumentar su influencia”, en clara referencia a China.
Lo que temen es que países orientales o europeos aumenten su presencia comercial y política en países de América Central o Sudamérica, porque consideran que eso podría afectar sus “intereses”. En la mente psicópata de estos personajes, es necesario controlar al continente americano, por cuestiones de seguridad nacional.
Lo cierto es que el impulsivo gobierno de Trump mantendrá las relaciones Estados Unidos-América Latina al file de la navaja. Su estilo unilateralista ya ha golpeado a su primera víctima, el presidente de México, Enrique Peña Nieto, y es probable que reclame más pronto.
Y si Trump revive el unilateralismo de la Doctrina Monroe de manera más amplia en respuesta a una amenaza percibida por China en toda la región, es probable que tenga éxito sólo para volver a enfurecer a Latinoamérica.
PARA EL REGISTRO Jesús Alfredo Guzmán Salazar e Iván Archivaldo Guzmán, hijos de Joaquín “Chapo” Guzmán, afirmaron haber resultado heridos el sábado pasado en un ataque ordenado por Dámaso López, uno de los principales operadores del cártel de Sinaloa, en una aparente lucha interna en esa agrupación criminal. En una misiva enviada a diversos medios de comunicación, escrita a mano y que aún no ha sido autentificada por la defensa del capo, los hijos de Guzmán dicen que durante el ataque iban acompañados por Ismael «El Mayo» Zambada, socio del “Chapo” al frente del Cártel de Sinaloa. Lo cierto es que no es la primera vez que “Los Chapitos” han protagonizado disputas con otros capos, e incluso en su círculo familiar, luego de la recaptura de su padre, ocurrida el 8 de enero de 2016. Fueron secuestrados en el restaurante «La Leche» de Puerto Vallarta, Jalisco, en agosto de 2016, presuntamente por su primo Alfredo Beltrán Guzmán, “El Mochomito”, quien fue aprehendido en diciembre del año pasado, y se sabe que la lucha por arrebatarles el cártel que heredaron de su padre se intensificará. Gracias y buen fin de semana.
@betata75