Ya llevamos seis meses recorridos de este 2014 y la situación de inseguridad en el país no cambia o avanza a paso tan lento, que los logros no se reflejan en el bienestar de la ciudadanía.
Entre los «focos rojos» que prevalecen figuran en los primeros lugares los Estados de Michoacán, seguido por Tamaulipas, México y Guerrero.
La actual administración federal tiene incipientes logros en la materia; en la última Conferencia Nacional de Secretarios de Seguridad Pública se reconoció el aumento de los secuestros en algunos estados, a pesar de que hay una disminución de algunos delitos de alto impacto.
Por ejemplo, en Michoacán se llevó a cabo el desarme de los Grupos de Autodefensa y la integración de la mayor parte de sus elementos en la nueva Fuerza Rural Estatal.
Sin embargo, algunos de los ex líderes de estos grupos pidieron públicamente la creación de un movimiento nacional de autodefensas, petición que fue secundada por numerosos intelectuales en una cumbre al respecto llevada a cabo en la Ciudad de México hace dos semanas.
Las Fuerzas Federales intensificarán sus operativos y permanecerán aún por tiempo indefinido en el estado, porque a 100 días desde la intervención federal aún no está restablecido el Estado de Derecho, ni garantizados la Seguridad Pública y el orden social.
Es más, la ONG llamada «México Evalúa», acusa al Gobierno Federal de estar aplicando una estrategia superficial en Michoacán que mantiene intacta la estructura criminal montada por Los Caballeros Templarios.
En tanto, en Tamaulipas la nueva estrategia anticrimen no ha servido; la situación sigue grave, la intervención no ha dado hasta ahora los resultados esperados. Los asesinatos y secuestros se concentran principalmente en Ciudad Victoria, Matamoros, Nuevo Laredo, Tampico y Reynosa.
En el Estado de México hay signos de que las autoridades estatales han sido rebasadas por el crimen organizado. Ante la falta de resultados, a pesar del apoyo que ha prestado el Gobierno Federal con el envío del Ejército, la Marina y la Policía Federal, urge una nueva estrategia.
A la ciudadanía le preocupan los altos índices de extorsiones y de secuestros. Los municipios más peligrosos son Ecatepec y Tlalnepantla. El promedio de homicidios asciende a 12.8 personas por día.
En el D.F. es en el sur de la zona conurbada donde hay más extorsiones, mientras que los secuestros se presentan en todo el área metropolitana. Las delegaciones más afectadas por estos crímenes son Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero y Tláhuac.
En Guerrero, el «Operativo Guerrero Seguro», no alcanzó sus objetivos, los altos índices de secuestros y extorsiones, los homicidios y el robo de vehículos ha aumentado. Los ajustes de cuentas entre cárteles y el cobro de derecho de piso por grupos del crimen organizado predominan en la capital del estado. La sociedad percibe un ambiente de inseguridad y de fortalecimiento de la delincuencia.
El hallazgo del cadáver de un periodista secuestrado recientemente en Acapulco, con señales de extrema violencia, constituye otro golpe fuerte contra la reputación internacional del Puerto por su atractivo turístico.
En Morelos parecía que se habían calmado los ánimos por la baja de los crímenes en general. Sin embargo, el asesinato de un académico y su esposa en Cuernavaca y el asalto de un comando de criminales en un brutal operativo en el Ayuntamiento de Tlalnepantla en el que murió la tesorera municipal que se resistía a que robaran la caja fuerte, irritaron nuevamente los ánimos de los ciudadanos.
¿Cómo se recuperaría la percepción de seguridad? Tal vez con la captura de los capos más renombrados de los cárteles Los Caballeros Templarios, Servando Gómez Martínez La Tuta, y del Golfo, Ismael El Mayo Zambada, que coronaría los operativos de las Fuerzas Federales y contribuiría en la consolidación de la situación en toda la Zona Centro del país. Pero sobre todo, ayudaría una redefinición urgente de los operativos, que a todas luces no están funcionando. Gracias. Hasta mañana.
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