Un laboratorio para lenguas indígenas

ANTONIO BETANCOURT
Hay muchas cosas que se pueden preservar en los laboratorios. Estos lugares prestan un gran servicio a la medicina, la genética, la química, en fin, a la ciencia y a la tecnología.
Por definición, un laboratorio es un lugar que se encuentra equipado con los medios necesarios para llevar a cabo experimentos, investigaciones o trabajos de carácter científico o técnico.
En estos espacios, las condiciones ambientales se controlan y se normalizan para evitar que se produzcan influencias extrañas a las previstas, con la consecuente alteración de las mediciones, y para permitir que las pruebas sean repetibles.
Pero no siempre los laboratorios están al servicio de la ciencia. Ahora, uno de ellos servirá a las humanidades, y será un espacio para preservar una especie en peligro en extinción: las lenguas indígenas.
Especialistas mexicanos y hablantes de una decena de estas lenguas ya trabajan en un proyecto para evitar la desaparición de estos dialectos, a través de un laboratorio digital montado en internet y materiales didácticos.
La iniciativa es coordinada por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), responsable del Laboratorio de Lengua y Cultura Víctor Manuel Franco Pellotier, primero en su clase en el país y segundo de América Latina.
Este laboratorio busca revitalizar las lenguas indígenas, pues algunas están a punto de desaparecer como consecuencia de la imposición del español a estos pueblos.
Según datos del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas (INALI) al menos 20 lenguas están por extinguirse; es más, el censo del 2010, del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), especifica que la lengua kiliwa era hablada únicamente por 46 personas dispersas en Baja California, y el Ixil, dialecto perteneciente a la familia maya, sólo por 83 individuos en Campeche y Quintana Roo.
El proyecto central del Laboratorio es el Acervo Digital de Lenguas Indígenas (ADLI), y la producción de materiales didácticos, multimedia y de otro tipo, algunos de los cuales han sido elaborados por profesores indígenas, sobre diez lenguas distintas, así como información de las costumbres, tradiciones y formas de vida de sus pueblos hablantes.
Dicho acervo, construido con apoyo del Instituto Max Planck, comprende información del maya, náhuatl, ayuujk, mixteco, otomí-hñähñu, zapoteco, huichol, seri, huave y mazateco. Adicionalmente cuenta con una sección dedicada a la Provincial del Chaco, en Argentina; y otra al sistema de la Lengua de Señas Mexicanas.
Una parte vital del laboratorio es la producción de material didáctico para niños, gracias a que existe un estrecho contacto con profesores de pueblos indígenas que hablan la lengua nativa, con quienes se ha trabajado en la elaboración de audiolibros, juegos, videos y literatura impresa.
Otra actividad que promueve el laboratorio son talleres que se imparten en las comunidades indígenas para promover el uso de la lengua originaria de las localidades.
Actualmente personal de este laboratorio capacita a indígenas en el uso de software que contiene juegos y material didáctico, el cual es utilizado en computadoras albergadas en escuelas indígenas de la región purépecha de Michoacán, de la zona mazahua en el Estado de México, así como en pueblos de los estados de Oaxaca, Puebla e Hidalgo.
Hasta el momento el Laboratorio ha publicado alrededor de 20 libros, que han sido utilizados en distintos programas de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), el INALI y la Dirección General de Educación Indígena (DGEI).
Las lenguas indígenas son parte esencial de nuestra identidad como mexicanos, son el enlace que nos une a nuestro pasado y se aplauden proyectos como este. Gracias. Hasta mañana.
 
 

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