Por: Alejandro Ruíz Robles
Sabemos que la “Congruencia” es la armonía entre nuestros pensamientos, acciones y emociones. Dadas las circunstancias que nos rodean, ser una persona congruente es un Don y encontrar a una persona congruente es una verdadera fortuna.
Tenemos la presunción de que quienes trabajamos fuerte lo hacemos para generar riqueza, satisfacciones y comodidades para nuestras familias, que trasciendan a nuestro círculo social y desde luego, eventualmente, que esto se refleje en una nación próspera: nuestro México.
No obstante lo anterior, desde diciembre de 2018 parecería que vivimos en un mundo al revés a causa de las declaraciones y acciones de las autoridades. Es decir, en el nuevo Gobierno no hay congruencia entre sus promesas y sus palabras, mucho menos con sus acciones; esto da como resultado un país polarizado, confrontado, con un presente incierto y un futuro desolado.
Si bien en el discurso siempre se ha hablado de un México unido, actualmente la autoridad es la que lo divide y radicaliza entre ricos y pobres, despreciando a los empresarios y solapando las contradicciones de sus funcionarios.
Tantas esperanzas que se manejaron de acabar con la corrupción que ahora parece que quienes cuestionan la integridad y honestidad de los servidores públicos son los enemigos del país. Se pasó de un periodismo crítico a un circo romano en contra de quienes defienden la verdad y señalan las irregularidades. Ni hablar con la generación de riqueza, toda vez que los empresarios han sido las verdaderas víctimas de la pandemia al ser señalados para cumplir a cabalidad en momentos muy complicados y sin concederles apoyos reales que mejoren sus condiciones, siendo que en los hechos, la autoridad actúa en contrario – a los primeros les exigen solidaridad laboral y ellos condicionan pagos a servidores públicos y eliminan plazas de trabajo -. El discurso político ha sido sustituido por letanías lejanas a la realidad y ocurrencias. Los estudiosos de la medicina en México ya han sido señalados socialmente y vilipendiados por profesional médico extranjero, especialmente de Cuba. La mediocridad pasa a ser un común denominador de las aspiraciones de los mexicanos toda vez que se menciona que tener dos pares de zapatos es un exceso. Los estudios ambientales resultan obsoletos frente a los permisos cuestionables de la madre tierra. Hablar de neoliberalismo se ha convertido en una moda, máxime si se tiende a culparlo de todos los males que México acarrea; en este sentido, resulta de llamar la atención, satanizar al neoliberalismo y celebrar un nuevo acuerdo de libre comercio con Canadá y Estados Unidos. La viabilidad de los proyectos pasa a segundo plano frente a los dogmas de progreso que la autoridad enaltece; un barril de petróleo no compite contra los precios de las cajitas para niños o los productos familiares de algunas franquicias de alimentos. Con tantas necesidades reales de la gente, se siguen gastando en exceso recursos económicos en la construcción de obras faraónicas de cuestionable futuro. En fin, son tantas cosas las que vivimos que pareciera no existir lógica.
¿Cómo explicar a los niños que se superen cuando la autoridad les cuestiona que generen riqueza en su beneficio?, ¿Cómo entender que la pandemia ha llevado a que los reos salgan a las calles y que las personas se encierren en sus casas?, ¿Cómo comprender que en las calles veremos más acciones de los militares que de los policías?, ¿Cómo justificar que aquellos que estaban en contra de los estados dictatoriales aplaudan desde la autoridad la acumulación del poder en un sólo hombre?, ¿Cómo entender que desde el Ejecutivo se haya realizado la acción más grande de inconstitucionalidad al tratar de prolongar un mandato?
Realmente observo los hechos y no tengo respuestas para éstas preguntas. Dadas las condiciones que se están presentando pareciera que no existe forma para motivar a las nuevas generaciones a que se superen. Y ni hablar de los jóvenes a los que se les trata de mantener sin aspiraciones y con apoyos que les den lo mínimo para así justificar un sistema.
¿Qué pasará cuando el dinero para los apoyos sociales se acabe y nos demos cuenta que como país no supimos generar riqueza que soportara las necesidades económicas de la población?
No cabe duda, la congruencia se ha convertido en un modelo obsoleto de conducirse y por el contrario, la doble moral en el actuar público se ha puesto de moda. Es decir “hacer lo que quiero como autoridad y manifestar lo contrario o conveniente para mantener conforme a la gente”.
A simple vista, pareciera que durante los tiempos de la pandemia llamada Covid-19 se ha encontrado que el lugar más sensible del ser humano es la boca; ya sea porque la gente tenga que cubrirla por causas sanitarias o taparla para no señalar los errores de la autoridad.