El presidente López Orador se dirigió en un mensaje a la nación para ratificar las medidas de higiene y aislamiento con motivo de la presencia del virus #COVID19 en nuestro país.
En una de las pocas ocasiones que se ha dirigido en sus conferencias matutinas como mandatario, en su narrativa lo hizo sin descalificaciones o desacreditaciones. No hubo fifís, ni conservadores.
Lo que esta crisis de sanidad internacional viene a relucir en México es una ausencia de planeación.
Primero, el desabastecimiento de medicamentos para niños con cáncer de meses atrás, así como el desabasto en material hospitalario. La respuesta puede estar en la intención de combatir actos de corrupción, pero al suprimir los procesos de compra en donde podría haber nichos de corrupción, se bloqueó el flujo de entrega al concluir la entrega de las adquisiciones previamente pactadas, lo que produjo el desabasto señalado.
Este desabasto de medicinas e insumos, y se sabe que también de protocolos adecuados, provocaría la deficiente capacidad de respuesta de las instituciones del sector salud. En mal momento vinieron a combatir la corrupción, sin planearlo.
Luego la comunicación de esta administración no es una de sus fortalezas. La ausencia de una política de comunicación social unificada para estos casos ha producido la generación noticias falsas en redes sociales, en mensajes de teléfono celular, lo que provoca confusión en la ciudadanía. Esto mismo sucedió en octubre pasado, con la liberación en Culiacán de Ovidio Guzmán, el caos informativo y la diversidad de comunicados oficiales.
Posteriormente la autoridad subestimó las voces que pidieron instalar el Consejo de Salubridad General. Aunque ya está instalado, la percepción es, que su llegada es tardía.
Además, existe la sensación que, en los primeros casos de infectados registrados en México, la autoridad subestimó o menospreció la experiencia internacional y la opinión de la Organización Mundial de la Salud. Pareciera que la autoridad mexicana no realizó proyecciones del comportamiento del virus en su impacto en nuestro país.
La ausencia del titular del sector Salud y la presencia activa del subsecretario López-Gatell en un momento en que el gobierno debería mostrar unidad en el país y liderazgo ante la adversidad, abre la especulación del desempeño del secretario del ramo.
Por último y no menos importante, tal y como está sucediendo con la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, el Ejército y Marina han sido instruidos para aplicar el Plan DNIII-E y el Plan Marina, respectivamente, con la infraestructura y recursos que han sido proveídos. Con esto se expone a las Fuerzas Armadas a un desgaste, que demuestra la incapacidad del resto de las instituciones o la desconfianza en ellas.
Esto puede deberse a dos cosas. Primero, la ausencia de una planeación en sanidad, en el ámbito de la seguridad nacional, y segundo, a la desconfianza de la presente administración en los procesos y recursos que dejó la pasada administración.
Por último, la llegada tardía de la autoridad en la fase uno de la propagación del virus, para restringir la entrada de personas infectadas por los puertos y aeropuertos del país.
La segunda fase no debió haber llegado o su impacto pudo haber sido mínimo.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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