Por Carlos Ramos Padilla
Quizá este fin de semana, en particular el domingo ha sido históricamente las horas más tensas en el mundo por el asunto del coronavirus.
En España se multiplican los casos, no hay suficientes respiradores, ni camas, ni hospitales y se está dando prioridad para salvar a los jóvenes sobre las personas de la tercera edad. En Alemania, Ángela Merkel da positivo y se va a cuarentena.
En Estados Unidos un nervioso y rebasado Donald Trump envía a la guardia nacional a Washington, Chicago, Nueva York y algunas localidades en California. No son imágenes de ciencia ficción, las calles se llenan de tanquetas y soldados avecinando toques de queda. Es tan grave el problema a que en un mes podría darse a conocer que 30% de la población total de la Unión Americana podría estar en el desempleo.
En Perú los reclamos al embajador mexicano Víctor Hugo Morales y al canciller Marcelo Ebrard son constantes por los connacionales atrapados en aquel país y que han recibido por nuestras autoridades mal trato incluyendo nulas respuestas para ser enviados a México, (curioso pero le piden a AMLO repatriación inmediata porque votaron por él como si ese ejercicio electoral les diera un salvoconducto especial y único sobre los demás).
Y aquí, en la Ciudad de México, la sra Sheinbaun apenas reacciona y determina el cierre de establecimientos como cines, museos, centros comerciales, gimnasios, iglesias, conciertos…en una serie de medidas improvisadas, inconexas y sin protocolos claros como por ejemplo en el transporte público o con los ambulantes. Cierran restaurantes pero la vendimia publica insalubre seguirá. Y no entendemos para dónde quiere jalar la 4T dado que por un lado ahora aprietan a la economía capitalina pero por el otro, el presidente hace lo que le viene en gana, saluda, abraza y besa a cientos de personas sin saber si algún ciudadano está contaminado con el virus o es el propio AMLO quien anda propagando la infección.
De manera muy ligera el vocero presidencial insinúa que de empeorar la situación podríamos hacer uso de las reservas internacionales cuando su jefe el tabasqueño afirma que “no hay que exagerar”. ¿Estamos preparados o no?, ¿hay suficiente infraestructura o no?, ¿los médicos ya están capacitados para este tipo de infecciones?.
Por supuesto que no hay respuestas porque las prioridades del Presidente son el béisbol o las rifas de aviones invendibles. Y ahí, en el marco de las irresponsablidades, sus charlatanes seguidores en redes sociales argumentando que Estados Unidos “sembró” la pandemia en China y culpando del “pànico a los medios tradicionales”, y el Ejecutivo tratando de engañar con que él determinó, no la crisis petrolera, sino él, la reducción en los precios de las gasolinas.
Lo cierto es que ahora ésta es una estupenda salida de la 4T para evadir respuestas ante el accidente grave del Metro, el colapso del bodegas en la Central de Abasto, la serie de incendios en los mercados públicos y el que un grupo de encapuchados prendieran fuego a instalaciones de la Prepa 8 de la UNAM. La verdad es que les resultó muy grande el cargo y saldrà muy caro la serie de expectativas falsas que crearon en campaña electoral.
Por lo pronto los infectados en el país pasan de decenas a centenas. Esperemos por lo menos se explique quién es el que está fallando porque en el culiacanazo todos se lavaron las manos pero no la conciencia.