Por Carlos Ramos Padilla
No le ha bastado al gobierno federal con eliminar la reforma educativa y al seguro popular sin tener alternativas y lastimando a importante núcleo social. Ahora se meten con las pensiones. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) estableció que el límite máximo para las pensiones por vejez, cesantía por edad avanzada o invalidez de los trabajadores que cotizaron en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) entre 1973 y 1997 será de 10 salarios mínimos, en lugar del tope de 25 salarios mínimos que prevé la norma para los trabajadores del nuevo régimen de pensiones.
Hay limitación en medicamentos, no hay atención digna en los hospitales administrados por el gobierno y los privados son prohibitivos y can en el abuso y en la usura, las nuevas generaciones de jóvenes ven prácticamente impedida la posibilidad de generar ahorros para una pensión y lejos de mejorar las condiciones vamos en decadencia. Parecería que conviene que todos seamos pobres e iletrados.
El fallo judicial no afecta al grueso de los trabajadores del llamado régimen de transición, solamente a quienes solicitaron pensionarse con la antigua Ley del IMSS al mismo tiempo que demandaban actualizar sus pagos por este concepto con una interpretación de la nueva norma.Los llamados trabajadores del régimen de transición tenían la opción de elegir entre una pensión mediante una Afore o una pensión del IMSS, de acuerdo con el artículo noveno transitorio de la Ley de Afores; dando la oportunidad a los trabajadores de elegir entre el régimen de pensiones que le resultara más conveniente.
Para las jubilaciones con la antigua Ley del IMSS, el cálculo de las pensiones se hizo conforme al artículo de 33 de la citada norma, el cual establece que el límite máximo para las pensiones o jubilaciones debe ser de 10 salarios mínimos.
Sería suficiente para aquellos que ven nacer a sus nietos en Estados Unidos o legisladores como Mario Delgado que acuden a hospitales fifis, asomarse a la realidad de millones de personas que día a día ven agotar sus recursos sin siquiera imaginar que en los años venideros la situación habrá de mejorar.
Los servicios que presta el Estado dejan mucho que desear y no necesitan engañarnos con aquellos de que no subieron los impuestos porque las medicinas que hoy no se están suministrando ya están pagadas por los trabajadores a través de sus contribuciones. Que lejos en verdad estamos en que al paso de las décadas los mexicanos podamos sentirnos seguros, atendidos, confiados y con recursos cuando la etapa la oral activa haya concluido.