La economía mexicana ha venido experimentando una caída significativa desde 2018 que se agudizo este año.
Como pocas economías del mundo, la mexicana depende significativamente de la política y, en concreto, de los resultados electorales. Esto es, que nuestra economía depende fundamentalmente de las relaciones de la empresa con el gobierno a través de la explotación de recursos naturales (concesiones de materias primas), el uso de recursos públicos (licitaciones) y aprovechamientos (licencias y autorizaciones), así como una mayoritaria actividad informal y aún escasos sectores de valor agregado.
Es por eso que el proceso electoral federal frenó drásticamente nuestro desempeño económico. A lo anterior se suma que hemos observado en los últimos años una drástica disminución del gasto público en inversión, aumento considerable de la deuda pública con relación al Producto Interno Bruto (PIB) e ingresos, la priorización del gasto corriente y un endémico estancamiento que no pasa de 2.5% anual.
- Por otro lado, vemos que a lo largo del primer año de gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador se ha impulsado una fuerte austeridad, la supresión de gasto corriente y el freno al reciente crecimiento irresponsable de la deuda pública. Sin embargo, no se ha observado aumento en la inversión pública y el estancamiento se ha agudizado.
- Hasta el momento, nuestra economía se ha mantenido en la tendencia del estancamiento que se profundizó por el cambio de gobierno y el establecimiento de nuevas reglas del juego para las compras y licitaciones públicas sustentadas en la centralización y cero tolerancia a la corrupción.
Bajo esta dinámica asistimos a una etapa de incertidumbre y el establecimiento de nuevos parámetros de confianza entre el sector privado y el gobierno sustentados en la firme decisión del presidente López Obrador de frenar la corrupción en el quehacer público en general y, en particular, en la economía, trayendo a la mesa la moral como principio y fin de esta relación.
En el arranque, naturalmente estos procesos generan desconcierto que se deberá ir disipando a lo largo de la maduración de la administración. En adelante, lo que este gobierno deberá mantener es el restablecimiento de la confianza y la certidumbre en los agentes económicos, preservando la claridad de la política económica y estrechar la comunicación que se ha venido haciendo. Una cosa ha sido establecer las nuevas reglas de gobierno, abrir una nueva forma de diálogo y anteponer el principio ético en la forma de llevar la economía, y otra es desproteger a la planta productiva del país mediante políticas poco favorables al crecimiento económico.
Actualmente la economía está estancada, ello puede presuponer que exactamente por esa misma condición, más el relajamiento de la política monetaria por parte del Banco de México, así como un gobierno que ha cubierto su cuota de curva de aprendizaje junto con medidas como el Plan Nacional de Infraestructura estaría preparada para iniciar su recuperación.
- En términos estadísticos es posible lo anterior, en virtud de que la base de comparación para 2020 con relación a 2019 es muy baja. No obstante, hay que insistir en la necesidad de continuar reestableciendo la confianza y la certidumbre económica, de lo contrario la recuperación será apenas incipiente, sólo útil para la estadística y el análisis, y no para hacer sentir un impacto real en la bolsa de la mayoría de los mexicanos sin importar su estrato.
- Los agentes económicos y, en general, el resto de la sociedad pueden estar dispuestos a aguantar un año más de freno económico, si con ello se castiga y disminuye la corrupción, se mejora la seguridad pública y se establecen bases sólidas para que la ética rija las nuevas relaciones entre el gobierno y los empresarios, aunque la gente espera el resultado completo y en ello nos debemos abocar todos los que estemos comprometidos o no con el
cambio que arrancó el 1 de diciembre de 2018. - LOS AGENTES ECONÓMICOS y la sociedad pueden estar dispuestos a soportar un año más de freno económico, si con ello se castiga y disminuye la corrupción, se mejora la seguridad pública y se establecen bases sólidas para que la ética rija las nuevas relaciones entre el gobierno y los empresarios, pero se necesitan resultados tangibles
No hay duda de que el año 2020 puede traer un episodio caracterizado por un peso fuerte y adicionales bajas en la tasa de interés por parte de Banco de México en un entorno global que no sabemos aún qué tan adverso pueda llegar a ser.
El programa de infraestructura impulsado por la Oficina de la Presidencia y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, así como adelantar licitaciones, ejercer el gasto público de forma más expedita y la evidente certeza de la realidad del T-MEC, impulsarán el inicio de lo que puede ser la recuperación de la economía.
Sin embargo, como se ha advertido, no será todavía lo suficientemente potente como volver en 2020 a los niveles de crecimiento de 2018./EJE CENTRAL-PUNTOporPUNTO