No hay duda de que los hechos de violencia de los últimos meses en Iguala y Tlatlaya, en los que están involucradas autoridades políticas y militares, ha generado un movimiento nacional e internacional de indignación y rabia.
No hay duda que es comprensible que los padres llamen a la justicia y se valgan de cuanto método tienen a mano, incluyendo las manifestaciones, bloqueos y paros, legales o no.
No hay duda de que ante tales actos atroces se debe generar una respuesta igual o de mayor calibre que haga que los gobiernos entiendan, corrijan, solucionen y prevengan.
Pero entendamos algo, y hagámoslo con mucha atención: de la indignación a la anarquía hay un solo paso, y estamos a punto de cruzarlo.
Ciertamente es necesario no perder de vista los movimientos que se están gestando en el país frente a los acontecimientos en donde el exceso en el uso de la fuerza propicia inconformidad social, pero definitivamente debemos rechazar todo tipo de extremismos que buscan una desestabilización sin rumbo y sin razón.
Con la inconformidad social en las calles, los anarquistas, esos encapuchados cobardes que ocultan el rostro, tienen el caldo de cultivo perfecto para sus actos vandálicos, y lo están aprovechando.
El riesgo ahora es que las manifestaciones se desvirtúen con estas intromisiones que solamente buscan “llevar agua a su molino”; estos sujetos podrían provocar que los movimientos con una lucha legítima pierdan toda credibilidad.
En las calles los ciudadanos haremos entender a los gobiernos que ya no se permitirán más agresiones contra el pueblo, pero también en esas calles podemos perder la lucha si dejamos que estos anarquistas —pagados por el gobierno o no— cumplan su cometido de disolver la indignación social.
No hay que aflojar el paso, ya se han logrado avances y gobiernos de todos niveles han comenzado a entender que México está cansado de la sinrazón y el abuso de poder. No desistamos, sobre todo ahora que nos dicen que todos los focos rojos están prendidos en los pasillos del Gobierno Federal.
Según estas versiones –hechas llegar a esta columna– se asegura que en el war room de Enrique Peña Nieto analizan todo escenario probable ante los movimientos sociales que surgen todos los días en territorio nacional.
Nos dicen que la gota que derramó este vaso fue el escándalo que ha provocado la publicación de la compra de la casa de la esposa del presidente, Angélica Rivera, en las Lomas de Chapultepec.
Es más, nos dicen que ya se toman precauciones para algunos de esos escenarios, sobre todo los más preocupantes… ¡gulp! ¿cuáles serán éstos, y a qué acciones se refieren?
PARA EL REGISTRO La crisis del PRD está imparable. Cuauhtémoc Cárdenas demandó la renuncia de Carlos Navarrete y todo el Comité Ejecutivo Nacional, al señalar que el partido que fundó está inmerso en un proceso de descomposición, pérdida de credibilidad y una grave situación de postración como nunca antes. También pidió la renuncia del secretario general de dicho partido, Héctor Miguel Bautista López. El ingeniero acusó que sus dirigentes carecen de autoridad moral y de una línea política contradictoria, de corrupción e incumplimiento al respeto estatutario… como aquí lo dijimos *** Y también en este espacio dijimos, que más pronto que tarde el EPR comenzaría con sus actos terroristas y ya lo hizo en el Estado de México, con una explosión en un Soriana de Ecatepec. La guerrilla eperrista acusa a esta empresa de haber ayudado a Enrique Peña Nieto de llegar al poder. En su texto de adjudicación, hace una amenaza velada hacia otros objetivos. Pues como lo adelantamos, la ofensiva guerrillera ya comenzó. Gracias y buen inicio de semana.