AGENCIAS
La esperanza terminó. Al módulo Philae de la misión Rosetta, se le agotaron las baterías y se encuentra desde ayer en “modo de reposo y en un potencialmente largo silencio”, aunque antes de entrar en esta fase logró transmitir todos los datos científicos recogidos durante la Primera Secuencia de actividad científica y son muy valiosos.
Con la falta de energía, señala la Agencia Espacial Europea (ESA), todos los instrumentos y la mayoría de los sistemas de a bordo se cierran en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko. Es como si estuviera en un “profundo sueño”, añade.
“Antes de caer en silencio, el módulo pudo transmitir todos los datos científicos recogidos”, explicó Stephan Ulamec, responsable del aterrizaje, desde la sala de control de operaciones de la ESA en Darmastadt, Alemania.
Esta máquina, añadió, trabajó magníficamente en condiciones difíciles y podemos estar plenamente orgullosos del éxito científico del Philae.
El contacto se perdió en la madrugada de ayer, luego de que la Philae enviara sus últimos dos mensajes. A partir de ahora, no será posible ningún contacto, a menos que la luz del Sol llegue a los paneles para generar la energía y “despierte” al módulo. La posibilidad de que esto pueda suceder fue generada cuando los controladores de la misión enviaron comandos para girar el cuerpo principal del módulo, pero la medida no dio resultados.
Sin embargo, los científicos seguirán enviando señales en las próximas horas para comprobar si la luz solar permitió al módulo recargar baterías. Mientras tanto, la sonda Rosetta continuará orbitando el cometa 67P en su viaje hacia el Sol.
“Todavía esperamos que en una etapa posterior de la misión, tal vez cuando estemos más cerca del Sol, podamos tener suficiente luz solar para despertar a la sonda y restablecer la comunicación”, consideró Ulamec.
HISTÓRICO. Fueron 57 horas históricas que sirvieron para recibir valiosa información científica sobre las condiciones en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko y que deberán contribuir a la indagación sobre los orígenes del Sistema Solar.
Ahora, será tarea de los científicos a 511 millones de kilómetros, en el planeta Tierra, analizar y evaluar los datos que Philae ha aportado.
Según la ESA, las imágenes del descenso de Philae hacia el asteroide mostraron que la superficie estaba cubierta de polvo y escombros, pero las panorámicas ya enseñaron paredes de materiales aparentemente más duros, de los que ahora mismo se está investigando si el robot pudo tomar muestras.
El trabajo para la sonda Rosetta, sin embargo, está lejos de terminar, pese a que Philae por ahora no vuelva a enviarle datos. Continuará girando en torno al cometa con una órbita de 30 kilómetros hasta el próximo 6 de diciembre, cuando la órbita será de nuevo de 20 kilómetros.
En ese tiempo, y hasta que se produzca el momento de mayor cercanía con el Sol, el próximo 13 de agosto, seguirá estudiando el 67P/Churyumov-Gerasimenko para proveer más información sobre estos cuerpos volátiles y hasta ahora bastante desconocidos. Tras un viaje de 511 millones de kilómetros desde la Tierra el módulo se posó hace tres días en el asteroide, aunque no aterrizó donde estaba previsto, sino en una zona oscura y rocosa que no le permitió cargar las baterías.