Rosario Piedra Ibarra emerge en el escenario constitucional de la defensa de los derechos humanos como una figura disruptiva. Ninguno de los esquemas convencionales conocidos desde la creación de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en 1992 se aplican en su llegada a este organismo autónomo.
Piedra Ibarra es víctima. El 18 de abril de 1975, su hermano menor dos años y medio que ella, Jesús Piedra Ibarra, desapareció en el contexto de la llamada Guerra Sucia, igual que otras 500 personas, por las que desde el Comité ¡Eureka! ha demandado justicia por décadas.
- Desde entonces, la mujer -originaria de Monterrey, Nuevo León- se considera “una activista social, que quiere luchar por el bien de este país”. Cuarenta días antes de ser elegida por el Senado como nueva titular de la CNDH, Piedra, a la cabeza de un grupo de familiares de personas desaparecidas, se plantó frente a Palacio Nacional para conmemorar 41 años de la primera huelga de hambre por los desaparecidos, del 28 de agosto de 1978, y de paso para demandarle al presidente Andrés Manuel López Obrador una comisión de la verdad./ EXCÉLSIOR