Una larga lista de asuntos son reservados o clasificados como asuntos de seguridad nacional, a veces utilizando criterios políticos que solo desgastan la democracia mexicana.
Esta es una mala práctica del sistema político mexicano, para obscurecer gastos superfluos, corrupción, protección política a personajes obscuros e indeseables. En el nombre de la seguridad nacional se cometen actos de corrupción o injusticias.
Estas prácticas dejan mal situada las funciones de Estado y de gobierno que verdaderamente se hace cargo la seguridad nacional.
Hoy los estudios conceptuales de seguridad nacional se ciñen en estudios de Estado de la ciencia política. Involucran los campos del poder político, económico, social y de seguridad. Por esto es que la seguridad nacional participa de todos los asuntos de Estado y de gobierno.
La seguridad nacional tiene qué ver con los anhelos expresados en la parte dogmática de la Constitución, de donde se desprenden los derechos para los ciudadanos y los bienes jurídicos que protegen, así como en la forma en la que está constituido el Estado mexicano y su forma de gobierno.
Por esta razón es, por ejemplo, que asuntos como el avance de la desertificación de cuencas hidrológicas en el país, son asuntos de seguridad nacional, porque la cuenca Lerma Chapala abastece de agua a poco más del 20% de la población del país, así como los sistemas y subsistemas de los tres sectores de la economía nacional.
Por esta razón es, que el hipotético caso de una nueva crisis en el sistema bancario mexicano que pueda provocar un rescate bancario, es asunto de seguridad nacional, porque se trata de los ahorros de los ciudadanos. Lo que no es de seguridad nacional es, proponer y aprobar recursos públicos para rescatar la voracidad de la banca privada, sin responsabilidad alguna.
Por esta razón es, que la corrupción de la clase política y la impunidad y simulación en la aplicación de la justicia es asunto de seguridad nacional, porque además de causar un perjuicio al erario público, transgrede el estado de derecho mismo y vulnera principios de la democracia, como la transparencia o el buen gobierno, en perjuicio de las funciones de Estado y de gobierno, pervirtiendo la esencia de las instituciones y demerita la prestación del servicio público que tienen encomendado.
En cada marcha, en cada manifestación pública o grupo social desatendido, yace un nicho de alguno de los campos del poder en el que el Estado, sus instituciones o su forma de gobierno, ha sido superado con malas decisiones de política pública o con la ambición de un servidor público deshonesto.
La corrupción, el revanchismo político, la impunidad, el favoritismo, entre otras perversiones de la clase política, no son asuntos de seguridad nacional, son la consecuencia de la ausencia de estado de derecho y de la voluntad para someterse a ella, así como de una desatención en los asuntos de Estado y de gobierno.
*Es Maestro en Seguridad Nacional por la Armada de México
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