MICHOACÁN, el EPICENTRO de la GUERRA en el PAÍS

La pelea entre las Autodefensas y el poderoso Cartel Jalisco Nueva Generación (CING) se disputa a sangre y fuego

Desde hace meses,en el Estado de Michoacán, a tres horas en coche de la capital mexicana, se suceden las muertes, los decapitados, los cuerpos desmembrados arrojados en avenidas o la aparición de ahorcados en puentes. En esta rica región del centro del país, de donde sale el 70% del aguacate mundial y gran parte del limón y la papaya, la pelea entre las Autodefensas y el poderoso Cartel Jalisco Nueva Generación (CING) se disputa a sangre y fuego, metro a metro, en los límites con Colima y Jalisco.

  • “Hace seis años nos jugamos la vida para echar a los Caballeros Templarios a puro balazo y no vamos a dejar que vengan los de Jalisco a meterse”, dice Teto acariciando su rifle. —
  • El comandante Teto lidera un moderno ejército de Pancho Villa donde todos los vehículos han sido modificados. El blindaje de las ventanas es una gruesa superposición de vidrios, las puertas tienen placas de hierro soldadas y a la altura de la manija hay ranuras como un buzón por las que asoma el cañón del arma. En el techo, Teto y los suyos han levantado un rudimentario periscopio desde el que es posible disparar.
  • Hasta 15 camionetas 4×4 forman el convoy que vigila Coahuayana, de 11.000 habitantes, la última población del Estado de Michoacán antes de entrar en Colima, en la costa del Pacífico.
  • En caso de ataque lo mejor es atrincherarse dentro el vehículo y echar bala hasta que se termine la munición. Con tantas modificaciones al coche, cuando llueve, el agua se cuela en pequeñas cascadas. No importa. El interior del vehículo es el lugar más seguro para el comandante, al frente de 80 hombres malencarados con todo aquel que no conocen.
  • Mientras Héctor Zepeda, Teto, mueve el volante, consulta WhatsApp y abraza su R-15 como si fuera un seguro de vida. A simple vista, dentro de la camioneta hay un rifle automático, otros dos calibre 22 que lleva en el cinturón, el AR-15 del copiloto —César, un antiguo pescador— y las cuatro pistolas y dos AK-47 de los ocupantes de atrás. “Todo se lo hemos quitado a ellos cuando salen corriendo”, presume.
  • “No permitiremos que vuelvan los asesinatos, las extorsiones ni los secuestros. Y ahí están los datos. Desde que las autodefensas vigilan Coahuayana todos los delitos de alto impacto se han reducido a cero”. La caravana estilo Mad Max se mueve lentamente por el municipio vigilando lo que sucede: un joven en una moto vendiendo cristal, un coche sospechoso, un individuo al que nadie conoce.
  • El WhatsApp del comandante Teto echa humo. Mientras se realiza la entrevista en Tepalcatepec sus viejos amigos de las autodefensas le describen la batalla que están librando a 180 kilómetros de ahí.
  • Según sus noticias, un grupo de 100 sicarios del CJNG han intentado entrar y tomar el control del pueblo. Tras varias horas pendiente del teléfono móvil, el último mensaje le pone contento: “Niuna baja”, dice. “Bueno, de nosotros. A ellos les chingamos nueve cabrones”, aclara. “¿Y tú crees que a estos hijos de su chingada madre hay que darles abrazos y no balazos, como propone el Gobierno?”, ironiza sobre el eslogan de campaña del presidente Andrés Manuel López Obrador. Está feliz por la victoria.
  • Y no es para menos tanta satisfacción. Por la extensión de la zona en disputa —los 66 kilómetros que comparte Michoacán con Colima y los 563 con Jalisco— por el número de hombres movilizados el pasado 30 de agosto —unos 120 hombres de cada bando— por el armamento empleado —un centenar de vehículos blindados, francotiradores, miles de balas, lanzagranadas, diez bombas de mano—, por la estrategia utilizada —un avión de CING sobrevoló dos semanas antes el municipio lanzando papeles que advertían a la población de que no saliera de casa—, por la duración de la batalla —casi tres horas de fuego— y por el número de bajas —9 muertos y 11 heridos— el balance es similar al que arrojan algunas batallas en Siria o Afganistán.
  • El enfrentamiento de hace una semana se libró a 560 kilómetros del palacio donde López Obrador leyó el 1 de septiembre su Informe de Gobierno. Durante el mismo pasó por encima de un asunto que alcanza cifras históricas. Con cien muertos diarios (22 por cada 100.000 habitantes) México vive los meses más violentos desde la Revolución, según datos oficiales, una sangría que el mandatario atribuye a la descomposición social heredada de Gobiernos anteriores. Aunque admitió que la violencia es el gran “desafío” que enfrenta su Ejecutivo, solo dedicó 40 segundos al tema. Las cifras, no obstante, confirman el fracaso de su plan de seguridad enfocado en distribuir a la Guardia Nacional (militares) por las zonas calientes del país.

Una estrategia cuya principal novedad es que el Ejército no intervenga, tal y como comprobó este diario sobre el terreno.

Hasta ahora los únicos capaces de frenar al poderoso cártel de Jalisco en su intento por controlar Michoacán han sido las autodefensas, el movimiento popular que en 2013 encandiló al mundo cuando se levantó en armas contra el cártel de los Caballeros Templarios y comenzó una cruzada que los expulsó pueblo a pueblo. Posteriormente se convirtieron en policía rural y algunos líderes fueron captados por la política, otros se desvincularon y otros se asociaron a cárteles más pequeños.

  • Con la caída del Chapo Guzmán, el debilitamiento del Cártel de Sinaloa y la casi desaparición de Los Zetas, el CING ha emergido como el más fuerte, acaudalado y violento del país. Con presencia en toda América Latina y un pie en Asia, intentar apoderarse de Michoacán era solo cuestión de tiempo.
  • Desde entonces los vecinos de lugares como Coahuayana, Tepalcatepec, Aquila o La Ruana se dividen en dos: los que se fueron y los que esperan un ataque en cualquier momento.

Carretera de la muerte

La carretera de la muerte no es la que recorre los Andes o la ladera de los Anapurna, sino los 36 kilómetros que unen Jalisco y Michoacán a través de Jilotlán, un pequeño pueblo rodeado de pinos y encinas, considerado el cuartel general del CING en el oeste del país.

  • Un municipio de 9.000 habitantes conformado por muchos ranchos dispersos y un pequeño zócalo con casas de teja. De lejos, los sicarios del CING parecen jornaleros que regresan hacinados sobre la parte de atrás de una camioneta. De cerca, sin embargo, lo que parecía el azadón o el machete son en realidad AR-15 y AK-47.
  • El resto de la ruta hasta Tepalcatepec son trozos de llantas, casquillos y furgonetas tiroteadas y abandonadas en la cuneta. “Terminé todos los cargadores y tuve
  • que ir a por más”, explica frente a la trinchera uno de los comandantes de las autodefensas que defendió la plaza y que prefiere no dar su nombre por temor. El día anterior vació los nueve cargadores que lleva en el pecho, en total 390 tiros. Sin embargo, en el limbo legal en el que vive Michoacán, el policía rural tiene más miedo a identificarse que a pasar cuatro horas bajo el fuego.
  • La mañana del 30 de agosto él fue el encargado de llamar a la región militar de Apatzingan para pedir ayuda y alertar de que decenas de camionetas se dirigían al pueblo, “pero la nueva orden recibida es no intervenir y esperar a que todo termine”, le confesó un alto mando desde el otro lado de la línea. Y así fue. Diez horas después los soldados llegaron, levantaron un informe del enfrentamiento y se retiraron.
  • “Es humillante el abandono en que nos han dejado las autoridades. Desde que hace seis años echamos a los Templarios sabemos que estamos muertos. Pero preferimos morir así, peleando, y no como perros amenazados”, dice.
  • La violencia en Michoacán no es nueva, de hecho fue de los primeros lugares en exportar marihuana gracias a su fértil tierra. Sin embargo, en 2006 la situación se salió de control ante la brutal violencia impuesta por Los Zetas, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios. La respuesta del presidente Felipe Calderón (2006-2012) fue desplegar el Ejército y desde entonces no han vuelto a los cuarteles.
  • Michoacán es una región estratégica por ser un lugar de paso de la droga y el control del puerto de Lázaro Cárdenas en el Pacífico, punto de entrada de los químicos para fabricar las drogas sintéticas que han hecho millonario al CING. Otros dos ingredientes más sazonan la olla: el dinero que deja las minas de oro y el aguacate, señala Alejandro Hope, experto en seguridad.

Como trasfondo a la violencia más reciente está la irrupción del Cártel de Los Viagras y el enfrentamiento entre dos vecinos: Nemesio Oseguera, El Mencho, líder del CING, y Juan José Farías, El Abuelo, un veterano líder de las autodefensas adorado por su pueblo. Para el Gobierno de Michoacán es un delincuente, pero para miles de personas, un “luchador social” que fue recibido en su pueblo con mariachis y fuegos artificiales cuando en mayo de 2018 quedó en libertad sin cargos tras ser investigado.

Según Eunice Rendón, asesora en seguridad, que participó en 2015 en el Gobierno de Enrique Peña Nieto durante el proceso de conversión de las autodefensas en policía rural, estas evolucionaron de forma desigual y se mueven en “una línea muy fina” entre quienes defienden legítimamente su pueblo y quienes se vincularon con otros cárteles. El actual gobernador, Silvano Aureoles, rechazó una entrevista con este diario para conocer su opinión.

  • A 30 kilómetros de Tepalcatepec, en La Ruana, cuatro policías protegen la casa de Hipólito Mora. El agricultor de limón de 64 años que se levantó contra los Templarios vive atrincherado esperando también a que lleguen en cualquier momento. Ni siquiera sabe quién.
  • Aunque ha cortado relaciones con sus antiguos amigos de las autodefensas, a quienes considera parte de otro cártel, el veterano líder coincide con ellos en dos cosas: en sus burlas a la estrategia del presidente y en que todo está peor que antes.
  • “¿Abrazos y no balazos?”, dice irónico, “ojalá el Gobierno se pusiera en nuestros huaraches [zapatos campesinos]. Han vuelto a secuestrar y a exigir derecho de piso y yo no tengo otra solución que volver a tomar las armas” anuncia.
  • “Esta gente no entiende otro idioma y no hay nada que hablar con ellos porque no es posible dialogar con el diablo. Yo no perdono a ninguno de los que mataron a mi hijo”, lamenta mientras señala la almena que ha construido en su azotea para esperar a sus enemigos. El cártel tiene presencia en toda América Latina y un pie en Asia “¿Abrazos y no balazos?”, se burla de Obrador un exlíder de las autodefensas/EL PAIS-PUNTOporPUNTO

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