Por Eduardo Ibarra Aguirre
La semana que concluye fue de manifestaciones, mítines y bloqueos carreteros a cargo de productores del campo y sus líderes, de alejamiento de las posibilidades de encontrar soluciones negociadas a las peticiones que si algo las caracteriza es la diversidad y contradicciones ante la ausencia de un pliego petitorio que le dé coherencia y rumbo al movimiento reivindicador. La historia reciente de la movilización de elementos de la Policía Federal tiende a repetirse, pero no está claro todavía si con los mismos resultados examinados aquí, a pesar de que los líderes campesinos son experimentados y veteranos.
Una revisión somera permite encontrar las siguientes exigencias, de acuerdo al dirigente de la organización y la región de que se trate: Liberación del presupuesto para construcción de infraestructura agropecuaria; con la variante mejores caminos que faciliten la comercialización de alimentos; una reunión con el presidente Andrés Manuel; “Queremos platicar, no queremos la confrontación”; nueva política agraria y agropecuaria que permita fomentar el desarrollo de sectores rurales y rescatar la soberanía alimentaria; una nueva reforma, que restituya derechos a comunidades campesinas e indígenas e imponga obligaciones al Estado mexicano para construir un nuevo andamiaje institucional, así como presupuesto para la inversión productiva en bienes públicos, de apoyo al campo; abolir la reforma salinista al artículo 27 constitucional que dio pie al despojo de tierras; entre otras.
Un consultor me ilustró que el conflicto campesino tenía como epicentro que el Ejecutivo no respeta ni cumple con las disposiciones del Presupuesto de Egresos de la Federación, lo cual no sería novedad, pero el listado parcial del párrafo anterior muestra que no es así.
Otro hecho destacado es la reacción presidencial ante el amago de paro nacional y que consiste, según los simplificadores en “Ni los veo ni los oigo” (Carlos Salinas, dixit), y que AMLO sintetizó así: respetaremos las movilizaciones, pero no cederemos en nada. Y pidió a los líderes acostumbrarse porque ya se acabó “el moche, el piquete de ojo”, la entrega de apoyos continuará de manera directa al beneficiario. Abundó que todo el que tenga la razón es atendido, todo el que quiera sacar raja, provecho, robar, no tiene cabida. Se terminó la corrupción, que se vaya entendiendo. Aunque se trate de las amenazas más atrevidas, si no hay razón ni justicia, no se atiende”. Recomendó a los líderes campesinos recordar que si detrás de las manifestaciones no hay causas justas, lo que recogen es rechazo”.
Como intransigente es leída por algunos la conducta de López Obrador y una prueba más de que quiere acabar con todas las intermediaciones entre el poder político y la sociedad, así como con los órganos autónomos y como un botón de muestra presentan tímidamente el “globo sonda” que para la reelección presidencial fue la reforma del Congreso de Baja California para ampliar a cinco años el gobierno de Jaime Bonilla Valdez.
Las movilizaciones realizadas y las que anuncian para agosto, no logran ocultar que ante las conductas reactivas de las oposiciones partidistas, la principal oposición a Obrador está en la cuarta transformación y su partido, y en este caso en José Narro Céspedes quien busca la candidatura a gobernador por Zacatecas. Y el presidente de la Comisión de Desarrollo y Conservación Rural Agrícola y Autosuficiencia Alimentaria de la Cámara de Diputados, Eraclio Rodríguez Gómez.
Por supuesto que se vale y es legítimo, pero menos rollo ideologizado, más capacidad de convocatoria y de movilización, si no es demasiado pedir.