Por Eduardo Ibarra Aguirre
Resulta extraña la insistencia del presidente Andrés Manuel expresada el sábado 18 ante los ejidatarios de Nueva Esperanza, Chiapas: “Hay que aprovechar el tiempo para tener árboles grandes, porque no voy a relegirme, no voy a gobernar más tiempo, por principios, yo soy partidario del sufragio efectivo, no relección. No quiero convertirme en un dictador, ni siquiera en un cacique, quiero pasar a la historia como un gobernante que impulsó y fortaleció la democracia en México”.
Precisamente es extraña porque nadie en sus cabales y que tenga un mínimo registro de las causas que originaron la Revolución de 1910-17 puede tomarse en serio la hilarante denuncia de políticos como Marko Cortés, acaso el más pequeño presidente de Acción Nacional en su octogenaria historia, quien justificó la carta de alerta enviada al titular de la Organización de los Estados Americanos, Luis Almagro –subordinado al Departamento de Estado de USA–, por el “intento constante de mantener una dictadura de una sola voz en muchos temas en México”, por lo que llamó a la OEA enviar observadores permanentes.
El practicante de los moches en la Cámara de Diputados para bajar recursos económicos para los alcaldes y gobernadores del PAN, está en su papel de pujar para sacar de la debilidad a su partido, tras la impresionante derrota que le propinó el hoy presidente López Obrador, sin las maniobras de la Procuraduría General de la República para afectar a Ricardo Anaya, como dictaminó el Tribunal Electoral. Maniobras ilegales que Diego Fernández y Jorge Castañeda presentan como deliberadamente favorecedoras del candidato AMLO, mas ninguna explicación dan sobre los errores cometidos por el “estratega” y el abogado.
Si de lo que se trata es de estimular la participación popular en las tareas por realizar, como la siembre de árboles, entonces el reiterado compromiso que es una obligación constitucional, toma sentido al hacer un llamado a los beneficiarios del programa Sembrando Vida para que ejecuten las acciones. “Nada de que voy a sembrar y después no; nada de estar perdiendo el tiempo en la hamaca. Compañero, escucha, en la hamaca no se lucha».
Obrador aprovechó la estancia en Ocosingo para expresar su respeto a la disensión con el Tren Maya por parte del Ejército Zapatista. Antes envío “un saludo afectuoso a todas y todos los compañeros de movimientos sociales, de todas las organizaciones”.
Es muy oportuna, por otra parte, la precisión de Luis Raúl González Pérez a Amnistía Internacional México, organización de matriz británica que sentenció que el gobierno de Donald Trump “se asemeja” al de AMLO.
Agudo crítico del gobierno de la cuarta transformación, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos aprovechó para equilibrar posturas: “Aquí no hay un discurso de odio, que genere xenofobia y racismo, sino una política de brazos abiertos, aunque las autoridades se han visto rebasadas, porque la infraestructura y los recursos humanos no son suficientes ante miles de inmigrantes que tratan de llegar a Estados Unidos”.
No se puede comparar la política migratoria mexicana con la de Trump, porque son realidades diferentes. El gobierno de AMLO, remató González Pérez, ha sido más flexible que el de Enrique Peña Nieto y es loable, por ejemplo, que se vayan a transformar estaciones migratorias a albergues. Ello habla de esta perspectiva de derechos humanos. Tenemos sobrepoblación en las estaciones migratorias y tan se rebasaron las capacidades que existen varios incidentes de fugas de migrantes.