Ella lo veía como algo normal, ya que así se comportaban sus padres. Dos o tres veces a la semana su madre terminaba ensangrentada. “Mi papá nos pegaba muy feo, mi mamá también. Yo pensé que la vida era así”, lamenta. Transcurrieron dos décadas y el abuso llegó al extremo. Reyna terminó con dos costillas fracturadas y esguince de cuello.
• En la unidad habitacional de San Buenaventura, en Ixtapaluca, Estado de México, donde vive, conoció a Carolina Espinoza García. “Llorando le platiqué: ‘Pues es que me acaba de golpear’. ‘¿No quiere demandarlo?’, me preguntó Carolina. Pero como yo traía la idea de que eso no se podía hacer le dije: ‘¿Cómo cree? ¡Es mi esposo!’”, recuerda la mujer que entonces tenía 35 años de edad y ahora 49.
• Espinoza García también fue víctima de la violencia de su marido. La envió al hospital durante diez días y estuvo al borde de la muerte. Un par de costillas rotas, esguince cervical, fracturas de cráneo, dedos y nariz la hicieron poner punto final al tormento. Con ello, concibió la idea de apoyar a las mujeres en su misma situación.
• Abogada de profesión, hace cuatro años fundó “Caroline Athennas”, asociación de ayuda a mujeres golpeadas, madres solteras y mujeres indígenas, lo mismo que menores y personas de la tercera edad que padecen violencia familiar. Un delito que suma al menos 625 mil 852 reportes en México de enero de 2015 a diciembre de 2018, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. Es decir, 428.37 por día.
A Fabiola Zamora y sus hijos la violencia familiar los alcanzó tras la muerte de su esposo. Vivía en casa de su suegro Magdaleno Rosas en Puebla, pero la acosaba sexualmente. Su suegra, comenta, “decía que yo tenía que ser su segunda mujer”. A veces recibía hasta diez llamadas suyas por día. Al no acceder, Rosas empezó a cobrarle renta, aunque no puede pagar, pues su trabajo en una cocina económica sólo le permite mantener a sus hijos.
• El artículo 343 bis del Código Penal Federal indica que “por violencia familiar se considera el uso de la fuerza física o moral así como la omisión grave, que de manera reiterada se ejerce en contra de un miembro de la familia por otro integrante de la misma contra su integridad física, psíquica o ambas, independientemente de que pueda producir o no lesiones”. El delito se castiga de seis meses a cuatro años de prisión.
• La violencia contra las mujeres no sólo es física, también puede ser económica, en la que el victimario limita el dinero para los gastos del hogar, o patrimonial, con el decomiso del sueldo y bienes que tenga la víctima. Otra es de carácter sexual, con una serie de condiciones de subyugación y abuso. Además de la sicológica, a través de insultos, humillación y menosprecio. Lo más preocupante es que pueden escalar hasta llegar al feminicidio.
Una vez en la vida
De acuerdo con la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares, de 2016, la última que se ha hecho al respecto, el 66.1% de las mujeres de más de 15 años de edad —30.7 millones en total— ha sufrido al menos un incidente de violencia emocional, económica, física, sexual o de discriminación en su vida.
• Lo anterior significa siete de cada diez mujeres, “pero lo alarmante es que de esos siete casos, cuatro son por gente cercana. Sus principales agresores han sido el esposo, la pareja el novio. El hogar se ha convertido en el lugar más peligroso para las mujeres en el país”, asegura Pablo Navarrete, coordinador de Asuntos Jurídicos del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).
• Las víctimas “muchas veces están condicionada directamente por estereotipos culturales, por la figura del machismo y la idea de superioridad sobre la mujer”, resalta Gloria López Santiago, sicóloga criminal y forense. Francisco Morales, sicopatólogo criminal, explica a su vez que los atropellos van en grados, “desde que no te hago caso o no te quiero hablar, hasta los golpes.
• Van subiendo de nivel”. Navarrete coincide, cada vez hay más manifestaciones de violencia extrema, con intentos de ahorcamiento, asfixia, ataques con armas blancas y de fuego.
• Subraya que una consecuencia de lo anterior son las tendencias suicidas que a veces se consuman. “Es necesario redoblar esfuerzos, porque estamos frente a una emergencia social que se debe atender con toda la fuerza del Estado”.
• Su mano izquierda no es suficiente para limpiar las lágrimas que escurren en sus mejillas. A falta de pañuelo, seca los dedos en su pantalón de mezclilla. Alicia Méndez afirma que siente mucha impotencia, por el daño que le continúa haciendo su ex marido.
Cansada del maltrato, se separó hace dos años, pero la violencia no cesó. La acosa y amenaza de muerte. Méndez, quien pide cambiar su nombre por seguridad, vive cerca de Toluca, Estado de México, entidad donde el sistema de seguridad pública registró 285 feminicidios en los últimos cuatro años. Hace un par de semanas, el sujeto fue a buscarla e intentó estrangular a su hija; lo denunció en el Ministerio Público, pero las autoridades fueron omisas. No levantaron una carpeta de investigación contra el agresor.
• La cifra negra puede ser mayor. Muchos casos no se denuncian por miedo, porque es una condición a nivel sicológico, relacionada con procesos de indefensión emocional. “Como la violencia es con el uso o con el abuso del poder, tenemos una relación desequilibrada, en la que el agresor corta las redes de apoyo”, señala López Santiago./ EL UNIVERSALPUNTOporPUNTO