Los capitalinos acentúan el riesgo ante los sismos con la excesiva extracción de agua del subsuelo, planteó el investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, Gabriel Auvinet.
- «Somos culpables de extraer agua, un día se presentan a protestar porque no han hecho nada ante las grietas y al día siguiente piden más agua; en Iztapalapa se habla de diez pozos adicionales, consecuencia: más hundimientos», apuntó Auvinet.
- Al extraerles agua, las arcillas se comprimen, en un proceso incesante que provoca sismos de menor dimensión, sobre todo en la zona geológica de transición, un fenómeno que debe ser estudiado, indicó el ex presidente de la Sociedad Mexicana de Mecánica de Suelos.
- El problema de la Ciudad, expuso, fue desarrollarla sobre los sedimentos de un lago. «Ese fue un primer error. La Ciudad se acostumbró a vivir en un contexto de riesgo, en el siglo 17 quedó inundada tres años, querían cambiarla, se escogió seguir adelante porque ya había una fuerte inversión en la Ciudad de los Palacios», explicó Auvinet.
Las grietas, consideró, son un problema superficial y no geológico, que debe ser enfrentado con una política de largo plazo. «Hay soluciones técnicas. Colocar adoquines sobre las calles y, al ensancharse la grieta, se sustituyen, pero a muchas personas les interesa que se les indemnice, se les reubique. Hemos encontrado predios con placas de que ya fueron indemnizados, pero se vuelven a presentar edificaciones dañadas», indicó.
Añadió que, durante los temblores, ha disminuido el tiempo en que las edificaciones empiezan a cimbrarse. Con el sismo del 19 de septiembre del año pasado, el tiempo de respuesta de los inmuebles se redujo de dos segundos, reportados en 1985, a un segundo, con efectos más frecuentes en edificios de siete niveles, cuando hace 33 años fueron más en los de 12 pisos. «Se tienen espectros de respuesta para diferentes zonas de la Ciudad, los ingenieros ya sabemos a qué tipo de riesgo están expuestos los edificios en diferentes partes», indicó.
Antes, mencionó, sólo había mapas con zonas generales de riesgo, pero ahora con las coordenadas de un predio pueden precisarse las características del subsuelo y el tipo de cimentación por diseñar. Pero falta comunicación entre los ingenieros y los arquitectos, añadió.
«Ahora tuvimos problemas con las plantas bajas, los arquitectos dejan espacios libres para accesos libres, estacionamientos, comercios, entonces la estructuración de los edificios en perpendicular a la calle es satisfactoria, pero en transversal muchas veces es deficiente, eso explica varios colapsos», apuntó./ CON INFORMACIÓN DE REFORMA