A pesar de que el cáncer de cuello uterino es una de las enfermedades prevenibles, hoy en día es un problema de salud pública al ser la segunda causa de tumor maligno entre las mujeres mexicanas y la cuarta causa de muerte en todo el mundo. De acuerdo con Globocan para el año 2020 se estima una incidencia en nuestro país de 17 mil 940 nuevos casos de mujeres diagnosticadas y 6 mil 480 muertes a consecuencia de este padecimiento.
Tan sólo en el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) cada año se reciben a 550 mujeres con ese diagnóstico; de las cuales el 80 por ciento se presenta con la enfermedad localmente avanzada y el 30 por ciento de las pacientes presenta una comorbilidad (daño renal crónico, diabetes mellitus tipo 2 o hipertensión.
Pero ¿qué es lo que hace que está neoplasia se mantenga como la segunda causa de muerte entre las mujeres mexicanas, y peor aún que los casos se estén presentando entre mujeres, con poco más de 20 años? Los factores son varios y van desde la falta de recursos económicos; hasta cuestiones que tienen que ver con la desigualdad de género, con educación en la salud, aspectos religiosos y hasta “mitos” que les impiden a las mujeres –con vida sexual activa- acercarse a realizarse cuando menos una vez al año, una simple prueba de Papanicolaou para detectar a tiempo la presencia de ciertos tipos del Virus del Papiloma Humano (VPH)que están directamente relacionados con la presencia de Cáncer Cervicouterino (CaCu).
Por desgracia el CaCu representa un tabú social por la asociación con el VPH y las enfermedades de transmisión sexual -cuya tendencia también están al alza- lo que se traduce en un incremento en la frecuencia en mujeres vulnerables; por su estado de pobreza, desigualdad social, económica, pero sobre todo cultural. Prueba de ello, es que hoy en día increíblemente hay mujeres que ni siquiera se atreven a ir al médico porque su esposo o pareja sentimental “se los prohíbe”; cuando en muchas de las veces son ellos como portadores del VPH quienes las contagian por tener intimidad no con una, sino con varias mujeres a la vez. Ahora que si se trata de mujeres que viven en el medio rural o son indígenas la situación empeora, no sólo por la prohibición a ir al doctor, sino por el impedimento por parte de las autoridades indígenas, al que se enfrentan las unidades médicas que recorren el país brindando información sobre la importancia de acudir a una revisión, así como ofreciendo pruebas gratuitas para detectar a tiempo el cáncer Cervicouterino o de Mama a manera de prevención.
La falta de recursos para realizarse el Papanicolaou y hasta el no ir a recoger los resultados de la prueba aun cuando se les haya practicado gratuitamente, hace que las mujeres lleguen a consulta con el padecimiento en etapas avanzadas.
De ahí que para reducir la incidencia y la mortalidad del CaCu se hace indispensable aplicar medidas que disminuyan los factores asociados a un mayor riesgo de infección por el Virus del Papiloma Humano. “Una de las principales medidas es la vacuna integrada al esquema nacional de vacunación, que actualmente sólo beneficia a las niñas de 11 años o que cursan el 5º año de primaria”, afirmó Lucely Cetina, investigadora de Ciencias Médicas “D”, del Sistema Nacional de Investigaciones, durante el anuncio de la puesta en marcha por parte del INCan del nuevo Modelo Integral para la Atención del Cáncer Cervicouterino Localmente Avanzado (MICAELA) –en el marco del Día Nacional del Cáncer Cervicouterino (8 de agosto)- y que nace con el objetivo de ofrecer a un grupo de 480 pacientes con la enfermedad localmente avanzada sin seguridad social, un programa individualizado, integral, de vanguardia y protocolizado; el cual brinda apoyo psicológico, nutricional con tratamientos individuales innovadores, además de medir el impacto económico para reproducirlo en otros estados de la República.
“El tratamiento para las mujeres con CaCu y la proyección a la población –que podría seguir impactando en los siguientes 10 a 15 años- es la base para crear un modelo integral de atención con altos estándares de calidad, a fin de que pueda ser validado y reproducirse posteriormente” explicó la también responsable de “MICAELA”.
Las estrategias actuales para controlar la enfermedad aún son limitadas, lo cierto es que el cáncer cervicouterino es prevenible y se puede combatir con pruebas de Papaniculaou, educación y vacunas. De ahí que Cetina se pronunció a favor de que las campañas de vacunación contra el Virus del Papiloma Humano –que en nuestro país iniciaron en 2009 y en el ámbito internacional e el 2006- beneficien no sólo a las niñas en edad escolar, sino también a jóvenes de 15 a 25 años, con el objetivo de seguir disminuyendo la incidencia y lograr un esquema de vacunación masiva.
Por lo pronto habrá que esperar a que las autoridades de salud tengan la suficiente sensibilidad, pero sobretodo voluntad para poner en marcha un programa de vacunación masiva contra el VPH que permita bajar los índices de mortalidad en las mujeres a consecuencia de la enfermedad, tomando en cuenta lo limitado del número de dosis y que por fuera la vacuna tiene un precio promedio de 3 mil pesos por dosis, que en mujeres se requieren cuando menos 2 dosis y en hombres 3; lo cual es completamente inaccesible para el grueso de la población.