«Un espectáculo inédito», así ha definido el académico Sergio Aguayo Quezada el despliegue mediático y temático que ha tenido el virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador y su equipo, a menos de un mes de la elección presidencial. Aunque arrasó en la jornada electoral y desdibujó por completo el ajedrez partidista, el próximo gobierno tiene un reto enorme: hacer corresponsable a Estados Unidos de la parte de la violencia en México que le toca.
- «Si el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no logra que el gobierno de Estados Unidos asuma la parte de responsabilidad (de la violencia) que le corresponde y los mexicanos no asumimos la nuestra, difícilmente vamos a ver resultados en el plazo tan breve que ellos esperan», dice Aguayo en entrevista con el HuffPost.
Tras estudiar durante años el fenómeno de la violencia en México y comprender que es un asunto regional, y no solo local, el académico enumera algunos de los temas que deben ser parte de la agenda bilateral: exportación de drogas, migración, contrabando de armas a México, lavado de dinero.
«Tienen alrededor de 20 mil agentes para controlar la migración en su frontera sur, pero solo alrededor de 500 agentes de la Agencia de Tabaco, Alcohol, Armas de Fuego y explosivos para toda la frontera. La disparidad es enorme, debería haber un número equivalente dada la gravedad del contrabando de armas a México», explica.
Concentrado, sonriendo en momentos y con la mirada fija en su interlocutor, Sergio Aguayo recuerda la visita de Olga Sánchez Cordero (secretaria de Gobernación propuesta por López Obrador) al Colmex hace una semana y media para hablar de la propuesta de justicia del próximo gobierno.
«Fue un momento espectacular, excepcional, que una secretaria de Gobernación reconociera abiertamente que no pueden seguir simulando que el país no está bañado en sangre. El simple hecho de reconocer la magnitud del problema ya es una revolución dada la tendencia a evadir el problema, negarlo».
El académico sabe que es muy pronto para evaluar a un equipo que aún no asume el poder, aunque destaca algunas «ideas novedosas» en materia de seguridad pronunciadas por la ministra en retiro, como abrir el debate sobre legalizar las drogas y un posible cambio de estrategia.
«Todo lo que sea para reducir la violencia tomando en cuenta a las víctimas. Ese es un viraje central en la elaboración de una política que hasta ahora ha privilegiado el papel de la fuerza en el combate al crimen organizado».
- Consciente de que no quiere criticar «a un gobierno que todavía no es gobierno», Aguayo se muestra sorprendido por la carta que Andrés Manuel López Obrador envió al presidente estadounidense Donald Trump durante la visita de los secretarios norteamericanos a México, en la que no mencionan el tema de la seguridad.
- «Sí habla de comercio, de migración, de crear zonas exclusivas, habla de muchas cosas, pero evade el tema de seguridad, y si no incluyen a Estados Unidos va a ser otra vez una política manca sin un ingrediente fundamental porque la violencia en México es en buena medida la consecuencia de la vecindad con Estados Unidos».
- Pese a las buenas señales enviadas por el próximo gobierno, Aguayo advierte que «si insisten en no incluir el papel de Estados Unidos en esa gran estrategia van a fracasar».
Cambio de régimen
Después de que el pasado 13 de julio López Obrador se reunió en la casa de transición con los secretarios estadounidenses, y esta semana con la ministra de Asuntos Exteriores de Canadá, Chrystia Freeland, Aguayo lo interpreta como una señal del reconocimiento que está teniendo el virtual presidente electo ante la posibilidad de que finalmente haya un cambio de régimen.
- «Esa es la expectativa, por eso vienen de Estados Unidos para ver quién es y qué tamaño tiene, lo están evaluando, es un proceso de búsqueda de comprensión de quién es López Obrador y a que se debe su éxito notable el 1 de julio», dice Aguayo.
Aunque reconoce que hasta ahora «ha sido una luna de miel porque todavía no empieza la etapa de implementación», será en diciembre que asuma el poder que las medidas que ha anunciado López Obrador enfrenten «resistencias de los grupos de interés burocráticos, políticos o económicos».
El balance de EPN
Con mucha pompa y ceremonia, cercano a los reflectores y alejado de la crítica, el presidente Enrique Peña Nieto nunca entendió el México que debía gobernar, un país tan distante de las élites y de la cultura política mexiquense.
- «Él no entendió al México que estaba queriendo gobernar, entendía a las élites, y se relacionaba bien con sus élites a través de los métodos que él había aprendido en el Estado de México de su tío Arturo Montiel (exgobernador del Estado de México), de los Del Mazo (familia de exgobernadores mexiquenses), en fin, la dinastía Atlacomulquense», dice Aguayo Quezada.
- Para Aguayo, la famosa frase «no entienden que no entienden» —publicada en el semanario británico The Economist tras los escándalos de corrupción y conflicto de interés entre el círculo del presidente y contratistas del gobierno—, le caló a Peña Nieto porque «lo marca muy bien».
- Cuidadoso de cada palabra, el académico ejemplifica la burbuja en la que vivió Peña Nieto cuando fue gobernador del Estado de México (2005-2011) y la diferencia que implica gobernar el país. «En el Estado de México hay más de 2 mil periódicos, semanarios, pero hay poquísimas voces críticas.
- En la Ciudad de México se enfrentó a la jauría de los que despectivamente llaman ‘el círculo rojo’, que podrá ser excesiva en sus críticas pero es un goteo permanente, diario, constante, que le impide a quien gobierna si no está preparado entablar una relación de trabajo, de dialogo, con los medios de comunicación».
Con un balance de sexenio «negativo», en opinión de Aguayo, el presidente Peña Nieto cierra su sexenio con uno de los índices de aprobación más bajos. Siete de cada diez electores (71%) que acudieron a las urnas en las pasadas elecciones desaprueban el trabajo del presidente, de acuerdo con una encuesta de Parametría.
- Para Aguayo, Enrique Peño Nieto «empezó bien y terminó fatal», al menos en materia de seguridad. Como ejemplo habla de las políticas de prevención, que «durante los primeros tres años dedicaron unas fortunas enormes a través de la Subsecretaría de Prevención y Participación Ciudadana que presidía Roberto Campa, y tuvieron avances, pero de repente súbitamente sacan a Roberto Campa y lo mandan de bombero a la Subsecretaría de Derechos Humanos y le quitan todo el presupuesto a prevención, es un ejemplo de los muchos que hay».
Sobre el posible cambio de estrategia del próximo gobierno en materia seguridad, Sergio Aguayo es paciente y prefiere esperar: «Son bosquejos que habrá que esperar a diciembre para empezar a dar una opinión más bien armada, más bien tejida»./ CON INFORMACIÓN DE HUFFINGTON POST