El PRI se enfila a la irrelevancia electoral: Dulce María Sauri

Acepta que fracasaron en seguridad y combate a la corrupción

Dulce María Sauri Riancho, ex presidenta del PRI, afirma que si para dentro de tres años el partido no logra conformarse como opción de gobierno puede ser condenado a la irrelevancia electoral y “ser un partido testimonial que no pudo encontrar su lugar en la sociedad mexicana del presente”, dice.

En entrevista con EL UNIVERSAL, señala que tras su regreso al Ejecutivo federal el PRI no supo resolver la ecuación que indicara la medida de la distancia política entre el presidente de la República y su partido.

Sauri Riancho acepta que fracasaron en seguridad y combate a la corrupción, e indica que hoy el mandato de la ciudadanía es de cambio: cese a la corrupción, a la impunidad; crecimiento económico e igualdad social.

Reflexiona que se perdió ante Morena, partido que se nutre de lo que fue el PRI entre 1970 y 1980: “Diferenciarnos ideológica y programáticamente de Morena será el principal reto del PRI en busca de su nueva identidad y espacio político”, dice.

¿Qué reflexión hace de la pasada elección del 1 de julio en el país?

—La mayoría de la sociedad votó por una certeza y una incertidumbre. Certeza en el rechazo a la corrupción, a la inseguridad y a la incompetencia de las instituciones para enfrentar eficazmente la desigualdad. Incertidumbre en cuanto a la forma de combatirlas y transformar al país.

Para el PRI, la principal reflexión gira en torno a la necesidad de trazar un nuevo rumbo. Se le ha calificado, creo que con razón, de una derrota histórica para el partido que nació con el propósito de defender al Estado de la Revolución. Esto va mucho más allá de un descalabro electoral o político coyuntural.

Salvo uno de los partidos que se posicionó, el resto se fue para abajo. ¿Qué lectura da a ello?

—El más joven de los partidos, fundado apenas hace cuatro años, se impuso a las tres fuerzas políticas de mayor antigüedad, a los conocidos como partidos históricos.

El descalabro electoral fue producto de un rechazo general de la ciudadanía a la llamada partidocracia y, en cierta forma, a la frustración frente a la opción de las candidaturas independientes de los partidos. Morena, más que un partido, es un movimiento, tal como su nombre lo indica; no ha sido gobierno más que en algunos municipios.

No ha decepcionado todavía porque no ha sufrido aún el desgaste de gobernar. Esta falta de experiencia jugó también a favor de la esperanza ciudadana de que Morena y sus candidatos fueran distintos a quienes representan vicios y errores del sistema en su conjunto: los partidos tradicionales.

¿Qué rumbo debe tomar el país?

—El mandato es de cambio: cese a la corrupción, a la impunidad; crecimiento económico e igualdad social. Casi una mitad de la ciudadanía no apoyó a la opción que será gobierno a partir del 1 de diciembre. El mayor riesgo estriba en que se confunda “cambiar” con “restaurar” un pasado autoritario, en el que instituciones y personas dependían fundamentalmente de la voluntad presidencial. Para no regresar, para no volver a la concentración de poder, es indispensable la construcción de nuevos contrapesos al poder presidencial a partir de la participación ciudadana.

En el caso del PRI, ¿a qué atribuye la debacle que sufrió?

—Fracasamos en la comprensión del significado de la victoria electoral de 2012, como gobierno y como partido. No asumimos que la confianza ciudadana es frágil, así lo manifesté en los meses posteriores al triunfo de entonces, pero la confianza restaurada lo es aun más. Como gobierno, ganamos la Presidencia y la mayoría relativa en las cámaras de Diputados y Senadores, porque había una alta expectativa ciudadana de que el PRI “sí sabía cómo hacerlo”. Sin embargo, fracasamos en los ámbitos de seguridad y de combate a la corrupción.

No logramos establecer nuevas relaciones entre el Ejecutivo y la organización política en el gobierno. El modelo de relaciones reprodujo prácticas aparentemente superadas por el pluralismo y la competencia electoral en que habíamos vivido desde 1997.

No encontramos la “sana cercanía”, indispensable para apoyar y sostener a la administración que había llegado al gobierno con nuestro programa y plataforma electoral, sin que el partido fuera sofocado por deficiencias y vicios de la misma administración. Ante los severos cuestionamientos de la sociedad hacia los partidos políticos tradicionales, el PRI optó por presentar ante el electorado una candidatura ciudadana, avalada y sostenida por el mismo partido. /EL UNIVERSAL

Entrevista Completa en el Enlace:

http://www.eluniversal.com.mx/nacion/politica/el-pri-se-enfila-la-irrelevancia-electoral-dulce-maria-sauri

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