Si la crónica del primer debate entre aspirantes a la Jefatura de la Ciudad de México la hubiera hecho un cronista deportivo, tendría que decir que Claudia Sheinbaum la tenía, era suya y la dejó ir… o sea, ¡la cruzazuleó! Ya había transitado casi la totalidad del debate y, salvo cuando torció la boca ante la acusación de Alejandra Barrales por su presunta responsabilidad en la tragedia del Rébsamen, por lo demás, había librado casi todos los ataques. No es que hubiera podido ser declarada como ganadora, pero es el primer debate y el no salir dañada era, al menos, deseable. Porque, con su estilo de profesora, y a pesar de algunas pifias evidentes, sobre todo en materia de seguridad y transporte, ahí la llevaba. Casi nadie había reparado en una de sus frases donde aseguraba que la actual Ciudad de México era un desastre. Que en 2006 —según ella— “dejamos una ciudad segura”, pero que luego comenzaron a llegar personajes corruptos y todo se vino abajo./OPINIÓN ADRIAN RUEDA EN EXCÉLSIOR