Tláhuac, Tepito y el corredor Roma-Condesa se han convertido en el campo de batalla de pequeñas bandas de narcos que se disputan las calles de Ciudad de México. Las secuelas son como las que genera la presencia de los grandes cárteles en otros estados: secuestros, extorsión, asesinatos… Sin embargo, la estrategia de seguridad en la capital mexicana se ha basado durante años en mirar hacia otro lado. Esto no es Sinaloa, “aquí no hay narcos”. Ningún señor de la droga se ha adueñado de la ciudad. Sin embargo, los criminales locales “de poca monta” pueden darle un balazo a un chico de 16 años en un barrio de moda al salir de un bar u originar un operativo de la Marina./EL PAÍS