Francisco Chíguil, recordado por la tragedia del New’s Divine, busca retomar el control de la Gustavo A. Madero de la mano de su esposa, Beatriz Rojas, respaldados por el partido Morena.En las próximas elecciones, Chíguil aparecerá en las boletas del 1 de julio como candidato a la a la alcaldía de la esa demarcación; mientras que Rojas, actual diputada local, aspira llegar a la Cámara de Diputados por el Distrito 7. No es el único matrimonio que pretende mantener el poder y heredarlo cada vez que se pueda. Éste es sólo un ejemplo de esa patología de la política mexicana que crece. La tendencia de patrimonializar la función pública, a través de relaciones consanguíneas y vínculos de amistad, es el panorama que se refleja en la lista de candidaturas a alcaldías, diputaciones locales y federales, advierte Víctor Hugo Gutiérrez, comisionado para América Latina y El Caribe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).Por lo menos 60 servidores públicos que aspiran a participar en el proceso electoral de este año engrosan la lista de una anarquía familiar y corporativista./EL UNIVERSAL