En un coloquio de neoliberalismo organizado en San Luis Potosí por Miguel Alemán, de familia estatista pero bárbaramente enriquecida a costa de la nación, descolló el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, tanto por ser precandidato priista preferido cuanto por haber entrado al debate preelectoral: «evitemos el populismo», dijo ante acostumbrados escuchas, quienes, de todas formas, le aplaudieron como si sus ideas fueran interesantes e innovadoras.
Lo más viejo que tenemos en México en materia de política económica es el neoliberalismo que ha azotado al país durante más de 30 años y lo ha condenado al estancamiento y, en algunos aspectos, al retroceso.
Dice José Antonio Meade que hay que comparar Corea del Sur con Corea del Norte para darnos cuenta de lo que significan estatismo y populismo. El primero de ellos crece constantemente mientras el segundo está en la pobreza, estancado. Pero eso ya se sabe hasta el cansancio. Lo que no se ha querido reconocer es que México, comparado con Corea del Sur, se ha quedado muy atrás.
Dejemos a un lado de momento el ritmo de crecimiento de la economía, el nivel de los salarios reales, la distribución del ingreso, la inversión publica, etcétera. En todo eso Corea del Sur se encuentra mejor que México.
Centrémonos en un aspecto que es ilustrativo de todo lo demás. Hace 30 años, Corea del Sur y México tenían cada cual 25% de jóvenes matriculados en educación superior. El país asiático se puso a trabajar al respecto, mejoró sus finanzas y la inversión educativa (puro populismo), al grado de que ha sobrepasado el 60% de matrícula universitaria. México, en su penoso estancamiento neoliberal, sigue igual, sólo tiene 28%, es decir, de cada 100 jóvenes mexicanos, 72 carecen de acceso a la educación superior. Así no se puede progresar.
José Antonio Meade debería pasearse por las páginas electrónicas y constatar la gran cantidad de marcas coreanas, incluyendo su formidable industria naval. Ese país tiene, por ejemplo, automóviles de marca propia, mientras que México, potencia de la industria de ensamblaje de autos y camiones, no tiene una sola, todas son de trasnacionales, incluyendo coreanas: seguimos en la pura maquila.
Nuestro país tiene muy poca «innovación» porque su Estado es pobre y, por tanto, incapaz de financiar ese gasto, entre otros muchos. La ley habla del 1% del PIB para investigación científica pero la realidad nos marca la mitad y decreciendo. ¡Oh!, «muera el populismo» es la consigna.
También dejemos, por el momento, el brutal problema de la corrupción mexicana y veamos tan sólo el de la productividad del trabajo, pensemos en el abismo existente entre México y Corea del Sur, sin mencionar otros países. El nuestro basa su competitividad internacional en bajos salarios y en un sistema fiscal
blando, lo cual le permite comparecer en el mercado exterior (80% hacia Estados Unidos) a costa de su propia pobreza.
Para José Antonio Meade las cosas deben seguir igual o peor, para lo cual es preciso que le apoyen a él con el fin de derrotar a Andrés Manuel López Obrador, a quien identifica con el actual gobernante de Corea de Norte. Así, el secretario de Hacienda advierte como peligro real que México llegue a ser como aquel país asiático, lo cual es un grabado meramente onírico que, como decía Freud, llevaría a la locura a quien lo usara para normar su comportamiento.
Pero no es que Meade realmente esté loco sino que advierte la amenaza de que la política neoliberal de estancamiento del país y bonanza de unos cuantos reciba la respuesta popular que debió tener desde hace ya muchos años. Y, como no puede contrastar honradamente la penosa realidad mexicana con el resto del mundo, el precandidato priista recurre a un loco espanto, el vínculo entre López Obrador y Corea del Norte. Luego, sin embargo, se contradice cuando afirma que el líder de Morena carece de programa. Ha de ser porque él no lee más que literatura neoliberal pero jamás libros del dirigente de izquierda ni de cualquier otro autor de esa tendencia.
A falta de ideas nuevas, mentiras espantosas.