Al haberse conmemorado este 31 de mayo el Día Mundial sin Tabaco, mucho es lo que hay que reflexionar sobre el tabaquismo, principal causante del cáncer de pulmón; que a su vez representa la primera causa de muerte en todo el mundo; por lo que esta problemática ya es considerada como la pandemia del siglo XXI.
De entrada, uno de los cuestionamientos es: porqué si hoy se cuenta con una ley de espacios libres de tabaco, si se prohíbe la venta de cigarros a menores de edad y cada vez se difunde más los estragos que causa a la salud el fumar, cada vez es más frecuente ver a niños y adolescentes (de primaria y secundaria) de todos los estratos sociales iniciarse en tan mal hábito. Las causas van desde experimentar, hasta sentirse integrados a cierto grupo y estar a “la moda” (según su criterio) sin descartar el imitar a los adultos y estar expuestos a la seducción de la publicidad de las empresas tabacaleras; que buscan en este sector de la población sustituir a los ex fumadores y a los que han fallecido por enfermedades asociadas al consumo de tabaco: cáncer de pulmón, Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), pulmonía y cardiopatía isquémica, entre otras.
En México y en el mundo el cáncer de pulmón representa la primera causa de muerte. En nuestro país cada año mueren 40 mil personas por cáncer de pulmón, es decir, a razón de 22 fallecimientos por día; además de registrarse 110 mil nuevos casos. Desgraciadamente la gravedad de la incidencia radica en que, por ser una enfermedad asintomática en sus primeras etapas, cuando es diagnosticada ya se encuentra en estado avanzado; donde ya es poco lo que se puede hacer para salvar al paciente.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Cancerología (INCan), sólo 0.6 por ciento de los casos de cáncer de pulmón se diagnostica a tiempo; 24 por ciento se detecta localmente avanzado, y cerca de 65 por ciento se diagnostican en periodo crítico. Otros factores que contribuyen al desarrollo de esta patología, son la exposición al humo de leña y a minerales como el asbesto, arsénico. La adicción al tabaco es responsable de 85 por ciento de los casos de cáncer, enfermedad que ocasiona la muerte de prácticamente todos los pacientes que lo padecen. ¿Sabían que 1 de cada 10 jóvenes que por primera vez fuman un cigarro jamás podrán dejar de consumirlo?
En el informe elaborado por Organización Mundial de la Salud (OMS), “El tabaco y su impacto medioambiental: una visión de conjunto”, registra que el consumo de tabaco se lleva la vida de más de 7 millones de personas cada año y cuesta a los hogares y gobiernos más de 1.4 billones de dólares.
¡Ojo! no hay que olvidar que el tabaquismo es también un factor de riesgo para desarrollar otros 12 tipos de cáncer como son: el de boca, laringe, faringe, esófago, riñón, útero, hígado, vejiga, páncreas, estómago, colorrectal, mama, cérvico-uterino, ovario y la leucemia. Igualmente, el hábito de fumar genera otras afecciones graves a la salud como tener un mayor riesgo de desarrollar enfermedades en las encías, infecciones respiratorias, disminución del sistema inmunológico, aumento del riesgo de padecer cataratas, baja densidad ósea, riesgo de úlcera péptica, entre otros padecimientos.
De acuerdo con el informe de la OMS, muchos de los problemas relacionados con el fumar pueden afectar severamente la calidad de vida de una persona, e incluso acorta la vida de fumadores masculinos por unos 12 años y de fumadores femeninos aproximadamente 11 años.
Con motivo del Día Mundial Sin Tabaco y con el objetivo de mostrar la importancia de la lucha contra este padecimiento mundial, Cancer Treatment Centers of America aconseja evitar el consumo de tabaco. Los beneficios que se presentan una vez que se deja de fumar son inmediatos, según datos de la Sociedad Americana de Cáncer, y estos mejoran con el tiempo:
- 20 minutos después de dejar de fumar: mejora la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
- 2 semanas a 3 meses después de dejar de fumar: mejora la circulación y la función pulmonar.
- 1 a 9 meses después de dejar de fumar: La tos y la dificultad para respirar disminuyen.
- 1 año después de dejar de fumar: el riesgo de padecer enfermedades cardiacas disminuye a la mitad.
- 5 años después de dejar de fumar: El riesgo de padecer cáncer de boca, garganta, esófago y de vejiga se reduce a la mitad.
- 10 años después de dejar de fumar: El riesgo de morir de cáncer de pulmón se reduce a la mitad en comparación de un fumador, además, el riesgo de padecer cáncer de laringe y páncreas disminuye.
De ahí que si bien los programas de prevención han logrado que muchas personas hayan dejado de fumar, no se ha podido evitar que cada vez más niños y adolescentes se sumen a este vicio; por lo que uno de los retos a lograr sería precisamente en que los jóvenes inicien en el consumo o cuando menos retrasar la edad de inicio.
Mientras que a los adultos el mensaje sería el que se predica con el ejemplo; por lo que si fuman con toda seguridad los hijos en algún momento lo harán sin medir las consecuencias que esto les traerá a futuro.
Así es que si les sirve de consejo, cada vez que vayan a fumar un cigarrillo piensen en cuántas enfermedades se pueden estar inhalando, así como el qué culpa tenemos los no fumadores de también ser susceptibles a desarrollar un cáncer de pulmón.